
49. Fama, calidad y riqueza
Llevaban una vida de perro. La tormenta a punto de estallar. Disminuía el amor. Ella lloraba desconsolada. Los búcaros perdieron las flores. Él, su sonrisa. Una sensación de culpa le martilleaba la mente. Se preguntaba «¿Por qué? ¿Por qué?».
De pronto sus pupilas brillaron. Se decidió a probar fortuna. Pidió dinero prestado. Compró tierras en Jaén, Andalucía, cerca de la frontera donde pasaba mucha gente. Las sembró de olivos. Construyó una fábrica artesanal para elaborar el aceite. Vociferaba que era el aceite de más calidad y bondades del mundo.
Los transeúntes, fascinados por el color, olor y sabor lo compraban, y llevaban a sus amigos y familiares hasta los confines del orbe.
Volvieron las flores a su lugar. Su cara recuperó su sonrisa y nunca más se hizo preguntas.