66. Tierra con memoria

Iteo

 

Cuando llegaron, vieron la ubérrima llanura, inmóvil entre el suave aroma del olivar. Escucharon una multitud susurrante, diálogos fantasmales evocando el nacimiento de una estirpe: sonidos de la antigua Grecia y la lengua cananea, junto con los pasos de Aníbal en el latín vencedor, aún presente en estelas y mosaicos. En las paredes de frescos, rincones de palacios árabes estallaban entre las lanzas y escudos castellanos de las Navas, o el siseo en los ocultos baños rituales del abecedario hebreo. Inclinados sobre la roca atravesada por la lanza de Atenea, allí donde brotó el primer olivo, comprendieron que no era un espejismo.