
50. Hija de Olivo
En una casa del cálido país Mediterráneo, muy cercano al bosque, vivía una niña llamada Olivia que recogiendo semillas para jugar se encontró con una aceituna. Tan agradable era su olor que decidió llevarla a su padre para que le hablara de esta. Sabía que él era un agricultor muy conocedor de las plantas y las aves. Por lo que al verla aseguró que aquella aceituna era fruto del árbol del olivo y que posiblemente había caído del pico de algún Zorzal que se encontraban por esa época del año en temporada migratoria, ya que ellos se alimentaban de esas deliciosas frutillas y otras más. Le dijo, además, que la sembrara en una maceta bien ancha para que viera cuan hermoso era el árbol que saldría de allí. ¿Sabes por qué te llamas Olivia? Le preguntó el padre haciendo que la niña abriera sus ojos interrogantes tratando de develar el misterio de su nombre. El padre la tomó de la mano en un gesto tierno y sentándola a su lado en el butacón de descanso del portal de la casa, le respondió. _ “Desde niño he crecido en los campos de Olivo y cuando vine a este lugar ya esos campos se habían perdido. Pensé que no soportaría estar lejos de ellos, lo que para mantener a nuestra familia vinimos aquí al bosque para cultivar hortalizas porque su producción era más rápida que la del Olivo. Por eso te llamas Olivia. Tenías una esencia propia de bebé que cuando te cargaba, ese olor era tan dulzón que me recordabas los frutos aceitunados de la planta como si hubieras nacido del Olivo”.
La niña se sonrió abrazando a su padre, quien aprovechó para repetirle que sembrara y cuidara la semilla, ya que una vez que comenzara a enraizar saldrían flores y frutos del cual se extraería un aceite muy sabroso.
Olivia hizo lo que su padre dijera cuidándola con esmero y la planta crecía. Este, le enseñaba cada rama y hoja que brotaba convirtiéndose en una fiesta para ella, lo que a su vez hacía que esta le pusiera más interés cada día. Cuando se marchaba a la escuela, su padre se quedaba al cuidado observando la evolución del arbusto. Por lo que, pasado cinco años, cuando ya Olivia contaba con diez. Quiso cosechar las aceitunas que ya se veían verdecidas en el árbol e iría junto a su padre al molino. Allí fueron prensadas hasta que finalmente se liberó el delicioso y aromático aceite. Este fue cuidadosamente embotellado y etiquetado como «Aceite de Oliva Extra Virgen». El que luego de estar envasado se llevó al hogar donde Olivia ansiosa esperaba para poder probarlo en los platos y ensaladas que junto a su madre prepararía. Seguras, de que resultarían muy sabrosos al paladar a juzgar por aquel olor que emanaba de las botellas.
Durante el desarrollo del conocimiento en el cultivo de aquel pequeño arbusto que ahora, le resultaba tan frondoso y grande. Estudio cada una de sus propiedades. Extraerlo, le parecía que había descubierto el elixir maravilloso de la vida. Por tanto, quería seguir conociendo hacer el mejor aceite de toda la región. Era el reto que su padre le había impuesto desde que ella encontrara aquella aceituna, cinco años atrás.
Un talentoso Chef de la ciudad, llamado Carlos, decidió visitar la casa de Olivia para conocer la historia de aquella niña de diez años que había extraído el aceite a un olivo cultivado en una maceta. Quería saberlo todo de la planta, su brote, la cosecha, el tiempo de enraizado. Las flores, los frutos. Hasta la extracción final del aceite. Le contaron que tenía un sabor exquisito y él quería probarlo con sus comidas.
El padre y Olivia estuvieron muy complacidos con aquella visita, y le dieron por regalo una botella de “Aceite de Oliva Extra Virgen”. Carlos, muy contento, les agradeció y al llegar al restaurante preparó una pasta a la que le agregó el aceite que le habían regalado. La pasta cogió un aroma tan divino que inundó toda la cocina. Su olor tan suave y profundo que se complementaba divinamente con los sabores de la pasta y sus ingredientes frescos, dejaron a los comensales maravillados por aquel sabor tan fino de la comida. Por lo que el plato de Carlos se hizo tan popular en tan poco tiempo, que pronto llegaron personas de todas partes a probar la increíble pasta. Él se llenó de orgullo y les hizo saber quién realmente era la heroína de aquella maravilla. La niña de diez años que todos se interesaban en conocer, su maravillosa historia
Con el paso del tiempo, Ella supo más de las bondades del aceite, conoció que era muy saludable y contribuía a la protección del corazón, que potenciaba el sistema inmunológico frente a los virus, que controlaba el colesterol y mejoraba la circulación, que favorecía la función digestiva ayudando a combatir el estreñimiento y era una fuente rica en vitaminas A, D, E y K, llegando incluso a prevenir la aparición de distintos tipos de cáncer.
Con toda esta información, el farmacéutico del Pueblo también se interesó viendo cuan radiante se mantenía la piel y empezó a crear ungüentos, esencias y cremas hidratantes para el cuerpo. Fórmulas que se han mantenido hasta los días de hoy en la ciencia y en lo que se hace llamar la cosmetología.
Se sintió feliz Olivia, de que su padre le hubiera enseñado aquella maravilla en la cual creció y amó, deleitándose desde niño con las bondades de la planta que también ella, aprendió a amar. Con todo ese pensamiento y conocimiento en la cabeza, un día le propuso al padre ampliar el cultivo de los Olivos, cerca del hogar y del bosque, donde creció con su familia, encontrando el aliento y conocimiento. Él aceptó, no sin antes le prometiera que siempre estudiaría y se prepararía en todo lo concerniente a los misterios del Olivo.
Se matriculó en la universidad como agrónoma y conoció los secretos de la tierra, el clima. La importancia del cuidado de la floración del Olivo, ya que este es quien determina la próxima cosecha. Que puede producir brotes con más de 1800 años y que el 80% de estos árboles se encuentran en la región mediterránea, donde existen muchísimas variedades y como estaba dentro de sus planes incrementar los campos y convertirlo en granja, eran muchos detalles a tener en cuenta.
Buscó información sobre el manejo de la granja y conoció que estas son rentables en el mediano y largo plazo, siempre que el clima sea adecuado, pero no se debía desesperar porque el primer año siempre era introductorio, al final era eso lo que ella estaba haciendo en todo ese tiempo. Probar su fortaleza y comprensión del proceso. Había que invertir para crear una granja de una hectárea que en realidad son 10.000 metros cuadrados con al menos 300 árboles, pero al no contar con el financiamiento solo le quedaba una alternativa que no la comentó a su padre.
Se encontró con su amigo Carlos, el Chef que amigablemente había estado en su casa y logrado acumular una fortuna con aquel aceite que ella, años atrás, hubo de regalarle y con el que, inicialmente, le sirvió a él de ingrediente especial en todos sus alimentos posteriores. Proporcionándole así, un lugar honorable en el escaño de la mejor pasta dispensada en algún restaurante de la región, donde él habitaba.
El accedió, con la condición de que lo aceptara como socio en la comercialización y divulgación del aceite, a lo que ella estuvo de acuerdo. Iniciando así para Olivia, dos etapas en su vida, como empresaria joven y agricultora.
Se unió en esa contienda, además, el farmacéutico que sería uno de sus principales compradores, algunos agricultores a los cuales la fama, belleza e inteligencia de la joven que sembró el Olivo en una maceta les había despertado el interés y su padre que era su guía fundamental.
Algunos jóvenes se acercaron a la granja buscando empleo y conocer a la talentosa Olivia, pero esta, era una mujer de negocios que tenía dieciocho años y una vida muy agitada. No fue hasta los dos años posteriores que el farmacéutico en un viaje de compra del famoso aceite a la granja de Olivia. Su hijo, que estuvo un tiempo prolongado con su madre, se interesara en acompañarle aquel día en la camioneta donde este solía buscar las botellas de aceite, cuando vio por primera vez a la joven junto a Carlos en la entrega de botellas de “Aceite de Oliva Extra Virgen”. Quedó totalmente enamorado de ella y fue así que ambos se conocieron y comenzaron una historia de amor propia de películas.
En la medida que pasaron los años la fama del aceite se extendió por todo el país. Y ella se convirtió en el símbolo de la calidad y sabor auténtico del lugar, sirvió de inspiración a otros jóvenes que soñaban en convertirse en grandes productores de aceite y esta historia perdura recordándonos la importancia de su calidad y el sabor en nuestras vidas.
La próxima vez que uses el aceite en tu cocina, recuerda la historia de la niña de la casa del bosque en un país Mediterráneo que aprendió a cosechar y extraer “El Aceite de Oliva Extra Virgen» en una maceta.