
27. El grito
Daniela, junto a sus padres visitó la finca de la familia. En un momento que la niña se quedó sola, paseó por el olivar, deteniéndose en cada árbol. Después de unos minutos fue al encuentro de su abuelo.
—Abuelito ¡ven! —ordenó la niña, mientras le cogía de la mano, lo arrastró hasta una hilera de árboles y se detuvo delante de uno de ellos—Este olivo se llama Félix. Estaba triste y lo abracé. Me ha contado un secreto.
—¿Sí? —preguntó el abuelo— ¿Qué te ha dicho?
—Está asustado. El tío Vicente vino y lo miró mucho rato. Desde ayer no para de gritar ¡Míralo! ¿No lo oyes?
El abuelo observó el tronco sin decir nada. A lo lejos se oyeron unos pasos acercarse a ellos. De entre los olivos apareció Vicente y se dirigió a su sobrina, muy alterado.
—A ver Daniela ¿dónde has metido el hacha?