18. Afrenta a Goliat

Verdecillo

 

Eladio ha claudicado y no le ha quedado otra que vender su olivar, para evitar la ruina y porque le han convencido sus hijos que viven en la ciudad. Adiós al que ha sido el sustento de cinco generaciones en su familia. El grande se come al chico. Nos están ganando la batalla. Ahora ya sólo quedo yo. En el pueblo, no hacen más que decirme que haga como él y que no sea tonta. Que las historias de David contra Goliat son sólo eso historias. Y yo me callo, agacho la cabeza y contemplo mis olivos. Creen que me pueden comprar y no paran de subir la oferta. Como si el dinero todo lo pudiera. Me acuerdo de mi abuelo y de qué haría él en mi situación. El cerco se va estrechando. Poco queda ya del mar de olivos que tupía esta tierra como un organismo vivo. Mi olivar está cada vez más rodeado y el paisaje es otro. Me insisten en que no se puede luchar contra gigantes. Y yo les repito una y otra vez que son sólo molinos.