16. El pianista

Fran Nore

 

No me sentía desvelado tocando el piano, acompañado de una copa de vino, en la sala empotrada en penumbra, un frío sábado de medianoche.

El viento de la noche sacudía las hojas del olivar que se erguía frente al ventanal abierto.

La música del piano alborotaba los objetos de la casa y mecía las ramas del olivar envuelto en sombras luminosas.

Me sacudí desde la poltrona del piano, sin dejar de tocar.

Los objetos se revolcaban.

La intensidad de estos ruidos no cesaban, aún así no me preocupaba, la música despertaba todos los armarios y armazones, quizás ya estaba embriagado.

Dudé en ir a abrir las puertas, y continué ejecutando las teclas del piano. Y me detuve, agotado.

Y se espesó un silencio asfixiante por toda la estancia. Un instante ambiguo, de sonidos discontinuos y silencios opacados.