
132. Carozo
Él siempre se había sentido muy feliz, su familia era numerosa y todos estaban cada uno en su lugar, ni tan cerca ni tan lejos. Toda su familia estaba firmemente sostenida por el gran tronco que aunque su forma era bastante retorcida no era así en su interior, pues sostenía desde hace décadas a varias generaciones. Se sabía que el gran tronco tenía muchos pero muchos años y que sus ancestros llegaron desde el otro lado del mar. La historia de su familia era muy antigua y fue parte de la historia del mundo. Dicen que aún está de pie un ancestro que vive en una ciudad llamada Belén que tiene casi cinco mil años. El gran tronco tenía muchos hermanos, que estaban todos muy cercanos y eran más o menos tan viejos como él. Él y sus hermanas y hermanos vivían en un lugar donde crecían calentadas por los rayos del sol durante el día, mecidas por los suaves vientos y de vez en cuando bañadas por una leve llovizna que las limpiaba del polvo que a veces traía el viento. Sucedía que a veces el viento unía algunas ramas entre los vecinos y así aprovechaban para jugar y escuchar las historias que se contaban entre ellos. Dicen que sus ramas han sido utilizadas para celebrar homenajes a muchas personas celebres algunos, famosos otros y que son parte de la historia de la humanidad. Cada cierto tiempo venían los humanos y revisaban cuidadosamente cada rama del gran tronco, eso lo asustaba un poco, pero luego se daba cuenta que los humanos eran muy cuidadosos con él y sus hermanas y hermanos así como con los demás amigos y familiares que habitaban en los troncos vecinos, limpiando las hojas y cuidando a cada una como si fuera única. A veces les rociaban unas gotas de lluvia especial que alejaba hormigas y otros insectos, Así fue como se dio cuenta que los humanos los cuidaban y sintió mucha alegría en su pequeño corazón. Sucedió un día que se apodero de toda su familia un entusiasmo y expectativa especial y se animaban diciendo que ya pronto llegaría el invierno y vendrían a recogerlas. “¿recogernos?” se preguntó muy curioso. “como es que haces esa pregunta?” le reprocharon algunos. “pronto haremos el viaje que nos llevara finalmente a nuestro destino” le respondieron otras. “¿nuestro destino?” siguió preguntando, pues no entendía a que se referían. “Seremos todos unidos al fin”, “¿unidos al fin?” se sintió mas confundido pues no podía imaginarse como podría ser eso posible. Pensaba que aunque siempre se habían llevado bien tampoco era que quisiera dejar de ser el mismo. “yo no quiero dejar de ser yo mismo” grito y todas se voltearon a mirarlo con mucha extrañeza. Nadie entendía que le pasaba pues siempre había sido muy alegre y dócil. “No te preocupes, está bien que sea así” le dijeron para tratar de calmarlo y consolarlo. Se supone que ya lo tendría que saber, todos lo saben desde que reciben los primeros rayos de luz, es la maravillosa unión final donde termina la individualidad y nuestra esencia se vuelve una. Suena bien, pensó; pero sentía a la vez una fuerte presión en su centro, justo donde está el corazón, como si este se aferrara con fuerza. También le explicaron que el aceite en el que se convertirían era muy apreciado en las comidas de todo el mundo y que ser aceite era no solo el destino sino también la razón de ser del gran tronco y de todos aquellos que vivían con él. “Yo eso lo entiendo” dijo, pero aun así trato de explicarles que él no quería dejar de ser el mismo. Sus hermanas no querían escucharlo y pensaban que era egoísta lo que decía y le trataron de explicar con muchas buenas razones que ninguno de ellos podía escoger otro destino y también se escandalizaron preguntándose qué seria del mundo si todos pensaran así. “ yo no quiero que piensen como yo, pero yo pienso como yo” . Lo peor fue cuando supo que en el proceso que ya de por si no le gustaba, supo que perdería el corazón, eso fue lo que más le impacto. Luego de largas conversaciones y argumentos nadie lo pudo convencer ni darle un poco de tranquilidad y cuando llego la noche se sintió muy triste por primera vez en su vida. Al amanecer llegaron muy tempranos los humanos y esta vez él no los quería ni mirar y tratando de sujetarse con todas sus fuerzas de su rama empezó a temblar. Fue con mucha delicadeza y cuidado pero no pudo impedir ser separado de su tronco y unos minutos después estaba muy pero muy junto con sus hermanos, todos estaban muy felices en las canastas viajando en la parte trasera de una camioneta por la carretera. A pesar de sentir a sus familiares más cerca que nunca y viajando todos muy alegres, la tristeza que sentía el en su corazón crecía con cada metro que la alejaban de su hogar. Al parecer algo cruzo súbitamente la carretera y la camioneta tuvo que frenar de golpe, volcando dentro de la camioneta justamente la canasta donde estaba.
Y fue así como empezó a rodar suavemente fuera de la camioneta y quedo en el suelo al lado de la carretera, escuchando los llamados de sus amigos que se alejaban cuando la camioneta retomo su viaje. Y así se quedó, completamente solo al lado del camino muy asustado viendo alejarse todo lo que amaba y pensando si no hubiera sido mejor ese otro destino y no escuchar esa voz que hablaba en su interior. Llego la noche y en la oscuridad vio las estrellas en el cielo recordando cuando era aún parte del gran tronco y estaba rodeada de sus seres queridos. Amaneció y luego volvió la noche y se sentía cada vez más débil. Los automóviles que pasaban por la carretera levantaban el polvo que lo cubría cada vez más y no lo dejaba ver el sol durante el día y la luna durante la noche. No podía saber cuántos días paso pensando en lo necio que había sido y sintiendo que cada día se secaba dejando su corazón expuesto casi en la tierra. Pensó que ese era su final y sintió que terminar así no tenía ningún sentido y soñó con ser el aceite y sentirse unida con sus amigos y hermanos. Cuando ya se sentía muy débil y sin fuerzas escucho una melodía muy suave, era alguien que silbando se acercaba caminando. Era una melodía triste, pero aun así el corazón de Olivia se alegró de escucharla. La niña que venía por alguna razón se sentó muy cerca de donde ella estaba y fue entonces que Olivia escucho que la niña lloraba y sintió una ligera humedad que de alguna manera la refrescaba. Y aunque se sentía muy mal, sintió pena por la niña y agradeció su presencia. Escucho que en su llanto mencionaba un nombre y cuando lo mencionaba lloraba más fuerte. La niña volvió muchas veces a sentarse en el mismo lugar y de pronto Olivia sintió que su corazón se rompía, no sabía si era por su propia tristeza o era también la tristeza de la niña que sumada a la suya hacia que su corazón se partiera en dos. Muchos días y noches pasaron y Olivia ya no sentía nada solo vacío y oscuridad.
No recuerda cuanto tiempo pasó hasta que de pronto sintió un ligero calor y pensó que seguramente estaba soñando, luego sintió una suave brisa y eso le hizo dar cuenta que no era un sueño. Pero, ¿cómo podía ser eso? ¿Hacia muchos días y noches que ya no sentía nada, como era posible que sintiera rayos de sol? , pero era tan real lo que sentía que no pudo terminar de convencerse que seguía soñando. Trato de recuperarse de la impresión y mientras disfrutaba de los rayos del sol, de pronto sintió un fuerte remezón y escucho la voz de la niña que ya le era familiar. No entendía muy bien que le decía pero sabía que eran palabras dulces que lo tranquilizaron. Luego de un corto trayecto sostenida entre las tibias y suaves manos de la niña, sintió nuevamente que eran las mismas manos de la niña la que cavaba la tierra y la colocaba en ella, se sintió entonces acogida por la tierra, que esta vez era suave y cálida. Pasaron muchos días y muchas noches aunque no sabía lo que estaba sucediendo, todo era nuevo para él y recordó , sentir los rayos del sol calentando y el viento meciéndolo, pero miraba alrededor y no estaba sujeto de ningún tronco ni rodeado de sus hermanas y hermanos, estaba solo pero se sentía muy bien. Tuvo que pasar algún tiempo hasta que se diera cuenta de lo que había sucedido. Él ahora era un frágil y joven tronco de árbol que crecía bajo los esmerados cuidados de la niña, que se sentaba a leerle bonitas historias de amor mientras ambos crecían, ella era su compañera y amiga. Los días y noches transcurrían y él se sentía cada vez más fuerte y feliz, la niña ahora le contaba historias de amor bajo su sombra que como la niña cada día crecía mas mientras el viento mecía sus ramas y las historias viajaban lugares lejanos llevadas por el viento.