12. La mariposa

Lullula arborea

 

Normalmente leo junto a una ventana donde, a veces, un tenue rayo de sol me alumbra las tardes de invierno. Entre página y página, percibo el ruido metálico de las llaves posándose con levedad sobre aquel viejo taquillón de la entrada. La mariposa, con base de naipe de baraja española, sigue flotando sobre el aceite en aquel cuenco de barro decorado con esmalte verde. Y la llama temblorosa ilumina el rincón de la vieja cocina. Noto una leve brisa sobre mi cara, a la vez que un fino hilo de humo negro sustituye al resplandor titilante. Un aroma a aceite quemado se esparce por toda la casa.  Es víspera del día de difuntos, y sé que ella está aquí conmigo, que siempre estará aquí conmigo.