
106. Deseo
Indriya
Notaba cómo sus piernas se iban abriendo. Los besos y caricias comenzaron en el tobillo y fueron subiendo hacia su muslo. Su piel se erizaba y le llegaban los aromas dulces del sudor de su compañera.
Tumbadas en la almazara, empezaron a desnudarse. Marta le quitó las bragas y notó que su sexo no estaba lo suficientemente húmedo; cogió una de las botellas de aceite de oliva que tenía a mano y se lubricó los dedos que posteriormente le introdujo, haciendo que ella se arqueara y moviera al compás que le marcaba. Los gemidos se intensificaron por la sala.
Ya no había vuelta atrás: sus años de celibato en el convento habían terminado.