
10. Hojas del olivo
Existió un pequeño pueblo cercano a las costas del mediterráneo en el que todos los habitantes vivían rodeados de olivares. Los olivos eran la fuente de vida y trabajo para ellos, porque cultivaban aceitunas y producían aceite. Este no era solo de uso culinario, sino que además lo empleaban en cosmética, medicina, perfumes, entre otras utilidades.
Un día, llegó a la biblioteca del pueblo un nuevo libro llamado “Hojas del olivo”. Una niña nombrada Lucía lo donó a la misma. El libro pertenecía a su abuelo el cuál le otorgaba un gran valor y se lo ofrecía a la nieta de vez en cuando hasta que en su fallecimiento se lo dejara como legado. Lucía era una chica muy curiosa y soñadora que siempre buscaba aventuras y nuevas experiencias.
Ella por su parte hallaba que el libro tenía poderes mágicos y que otros como ella debían conocer de su existencia. La bibliotecaria lo colocó en una estantería específica para los olivos y pronto se convirtió en uno de los favoritos de los niños del pueblo. El ejemplar contaba la historia de un olivo muy especial, cuyas hojas eran mágicas. Cuando soplaba el viento, misteriosamente sus hojas se movían creando una melodía suave y dulce que hacía feliz a todo aquel que la escuchaba. Además en su interior existía una rama de olivo natural que aún a pesar de ser puesta en el secreto de sus amarillentas páginas nunca se marchitaba y conservaba su color original. Muchas imágenes de ánforas, sarcófagos de faraones con el grabado de la rama y además la imagen mitológica de la diosa Isis junto a las plantaciones cercanas al río Nilo del Egipto le daban un toque especial. También contaba entre sus extensos capítulos que, en la Antigua Grecia se instruía a sus habitantes por la adoración de los griegos hacia el aceite de oliva representados en el palacio de Cnosos, igualmente lo representaban en las decoraciones de los vasos, joyas y demás utensilios. El libro mostraba claramente como en España este cultivo fue introducido por los fenicios para posteriormente hacer crecer su siembra gracias a las relaciones con Grecia y la ocupación romana de Hispania. Luego esta fue extendida hasta la península Italiana. Según le contaba el abuelo a Lucía muchas colonias se modernizaron en el cultivo y obtención de este aceite así como lo hacían en su pueblo. Sin dudas el enorme y valioso libro llamaba la atención de jóvenes, adultos, científicos y sobre todos de los pobladores que en su mayoría cultivaban este árbol y hacían de sus plantaciones campos extensos que atendían y procesaban todo el año. Los niños gracias a su imaginación, esperaban pacientemente la historia del árbol mágico donde al batir el aire este llenaba la silenciosa sala de la biblioteca con una encantadora melodía que hipnotizaba a todos y los llenaban de curiosidad. Revisaban el libro para ver si el mismo tenía una pila conectada en su interior capaz de provocar estos sonidos pero era verdaderamente la hermosa historia e imaginación que combinadas hacían este efecto maravilloso.
Los niños del pueblo quedaron fascinados por esta leyenda y comenzaron a buscar en los cultivos un olivo así. Pasaron días buscando entre los olivares, pero no encontraron nada parecido. Sin embargo, esto no desanimó a los infantes, quienes siguieron buscando con la esperanza de encontrar el olivo mágico. Ellos, se dividieron en grades grupos entres las plantaciones, de noche incluso se atrevían a buscar entre los sembrados alguno que hiciera referencia al sonido escuchado.
Lucía adornaba el patio de su casa con un hermoso árbol del olivo sembrado por su abuelo, el cual poseía hojas verdes muy brillantes. Invitó a los amigos del pueblo para explorar los alrededores y ver si la magia se encontraba cerca. Hicieron unidos grandes ceremonias, invocaron frases y palabras mágicas para de esta forma ver si obtenían resultados pero todo era en vano. En uno de sus rituales Lucía se acercó al árbol y comenzó a observar sus hojas con una lupa detenidamente. De repente, una de ellas se soltó cayendo en su mano. La niña se sorprendió al notar que la hoja tenía un brillo especial y un aroma muy agradable. Este árbol sin dudas poseía la esencia de su abuelo al igual que el libro, lo que la llenaba de nostalgia y mucha satisfacción.
Ella llevó la hoja a su madre muy intrigada. Con cariño esta le explicó a su hija que el encargado del huerto de los olivos era su abuelo y el de mayores conocimientos. Las hojas del olivo además de su importancia le otorgaron siempre al abuelo poderes mágicos y que era posible el fuese el autor de sembrar ese árbol tan señalado en el libro en algún lugar que debería encontrar con sus esfuerzos y estudios acerca del olivo.
Lucía quedó fascinada por el poder de las hojas de la plantación de su patio y decidió recoger más para investigar todo lo referente a ese árbol en particular. Un día, mientras jugaba en el patio, encontró una hoja algo diferente a las demás y a las del libro “Hojas del olivo”. Esta tenía un dibujo extraño parecido al de un mapa de la zona. Intrigada ella decidió seguir las indicaciones del mismo. Después de caminar sola por un buen rato, llegó a una cueva en la que encontró una gran sorpresa. Allí había una fuente de agua cristalina rodeadas de olivos milenarios. La niña por su parte sabía que aún no había encontrado al árbol mágico pero si al parecer un sitio donde el abuelo gustaba visitar y deleitarse. Se sentía muy afortunada de haber encontrado ese lugar mágico y maravilloso. A partir de ese momento Lucía visitaba diariamente el lugar con sus compañeros e invitó en una ocasión a su mamá para que le acompañase a ver la fuente de agua cristalina más fresca vista con anterioridad. Le agradecía a su abuelo por haberla guiado hasta allí y día a día poder hacer más y más amigos. Ella en secreto conversaba con su abuelo y este desde su propia energía le enseñaba todo lo referente a estos milagrosos árboles bajo sus sombras y frutos de aceitunas. Tras aventuras sorprendentes por la cueva, ella y sus amigos encontraron en su interior vasijas de gran valor que luego fueron estudiadas y sirvieron de objeto de grandes análisis por arqueólogos y estudiosos del tema.
Una tarde Lucía convocó a sus compañeros para recorrer los pasillos de la biblioteca y ver si encontraban entre la larga fila de estantes con libros que hacían referencia al estudio del olivo, alguno que resaltara entre sus páginas información sobre el árbol que todos tenían la esperanza de encontrar. Y fue allí donde Lucía encontró otro libro con un hechizo mágico en la última página pegado con una precinta a la contra portada. El conjuro decía “Si deseas encontrar la felicidad y la verdadera magia, ve a la cima de la colina más alta del pueblo y mira hacia el horizonte”
Sin dudarlo Lucía corrió con sus amigos hacia la cima de la colina más alta del pueblo y desde allí miró con grandes ojos hacia el horizonte. En ese momento pudo ver como el sol se ponía en el mar, pintando el cielo con tonos rojizos y dorados. La vista era tan impresionante que Lucía no podía evitar sentirse abrumada por la belleza del mundo que la rodeaba.
Desde ese día Lucía con sus formidable grupo de amigos se convirtió en una ferviente buscadora de la magia que la vida le ofrecía, y en cada rincón de su pueblo encontraba siempre algo que la hiciera sentir viva y a la vez muy cercana a su abuelo, todo lo lograba a través de las páginas de los libros y de la naturaleza que la rodeaba. Aprendió a amar y valorar cada instante de su existencia, la historia de los antepasados y sacar con alegría ante cada momento vivido la magia que existía dentro de ella.
Finalmente un día mientras jugaba con sus amigos en el bosque cercano del pueblo, escucharon una melodía suave y hermosa. Corrieron hacia el lugar de donde provenía la música y allí encontraron un olivo solitario, cuyas hojas se movían al compás del viento, creando esa melodía que habían estado buscando.
Los niños se emocionaron muchísimo al descubrir este olivo mágico y rápidamente regresaron al pueblo para contarle a todos sobre su descubrimiento. Desde entonces, visitaban regularmente el olivo mágico para escuchar su hermosa melodía y sentirse felices. Una vez observaron a una paloma blanca posada en el árbol con una rama de olivo en su pico como símbolo de paz.
Y así gracias al libro y los niños del pueblo, Lucía descubrió un mundo lleno de posibilidades y aventuras que esperaba cada día para que fueran exploradas. Con su espíritu curioso y soñador se convirtió en una heroína de su propia historia al comprender finalmente que la belleza y la magia pueden estar en cualquier lugar, incluso en un pequeño olivo solitario.