06. El árbol quebrado

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El día en que murió el abuelo, murieron muchas cosas.

El árbol familiar se fue quebrando, poco a poco, y nuestros árboles, nuestro olivar, fue perdiendo su antiguo esplendor.

El abuelo siempre nos transmitió su gran apego por la tierra, sus raíces eran grandes y alargadas.

Sus hijos, en cambio, no consiguieron echar raíces allí, encontraron su lugar en otras tierras, aquel trabajo del campo era duro y poco rentable. Su padre trabajaba incansable de sol a sol,  sin importarle las horas dedicadas a sus olivos. Solía decir que gracias a ellos nunca le faltó de comer a su familia y que en la vida había que ser agradecido.

Ahora que ya no está, sus olivos le echan de menos, su compañía, el amor que ponía en su cuidado, el valor que le daba a todo lo que provenía de ellos.

Su aceite y sus aceitunas eran muy apreciadas por la gente , eran productos hoy llamados ecológicos, fruto de un trabajo artesanal y natural.

Yo soy su nieto mayor y contemplo en estos momentos con pena y dolor, cómo el olivar del abuelo y la familia se están quedando sin las raíces que le dieron la vida.