89. El secreto del olivar

Areo

 

En el corazón de la sierra de Segura, el viejo olivar guardaba un secreto que solo el viento conocía. Las olivas, doradas como el sol, brillaban en sus ramas, pero no era el oro de sus frutos lo que atraía a los visitantes. Era el aceite, el elixir de la tierra, que transformaba cada comida en una fiesta de sabores y aromas sin igual.

Cada otoño, los turistas llegaban en busca de una experiencia auténtica. Caminaban entre aquel paisaje singular, entre aquel olivar, sintiendo la historia en el crujido de las hojas. 

En la almazara, observaban cómo el oro líquido nacía de las olivas, siendo un proceso casi mágico. Al probar el aceite, sentían el abrazo cálido de la tierra, la caricia de la tradición.

Un día, una joven enóloga descubrió algo extraño en una botella antigua: un mensaje en un pergamino, escrito por un ancestro que había vivido en esos campos siglos atrás: ”El verdadero tesoro del olivar no es el aceite, sino las historias que se vierten en cada gota.»

Los turistas, emocionados, aprendieron que el oleoturismo no solo se trata de degustar, sino de conectarse con la esencia de un legado milenario.