71. Mujer del olivar

Sandra Sofía Burmeister García

 

¡Aceitunas del olivar, tesoro es mi hombre!, se levanta con el cántico del gallo al alba. Dueño de mis fragancias en la madrugada. ¡Arbequina de néctares sabrosos que deleita mis sentidos de hembra campesina!¡Recolector de sueños! Él mima mi cuerpo con aceite, suaviza y lubrica, en el lecho de mis esperanzas. Bebo junto a él de la vertiente de oro… ¡Santo verde cristalino!, forjando un símbolo de paz que se expresa en cada cosecha. Aceite de oliva, nueces y miel fortalecen mis placeres, mientras camino aletargada debido al peso de mi cuerpo. Contemplo flores blancas de matices amarillos y llevo semillas en mis manos a pesar de la preñez.  Erguida en la postura de mis pies cansados, camino entre raíces centenarias, fertilizando la tierra. Mis pezones rojizos, casi morados, frutos generosos del olivar; hoy se hinchan más que nunca para nutrir al infante que nacerá en la próxima temporada y que hoy danza en mi vientre fiel acebuche. Si es niño, lo llamaré Oliver… y si es niña, Olivia.