
67. Olivia
Cuando Olivita nació todo fue algarabía. Con el tiempo aprendió que en su familia unos se dedicaban a la cosmética, otros a la alimentación. Pocos quedaban en casa. Ella quería dedicarse a la jardinería. Cuando estuvo lista, su familia fue para la industria alimentaria. Allí estaba Frank, un pequeño pelirrojo junto a su padre y abuelo, que pretendían enseñarle el negocio familiar.
Frank quiso jugar con aquellas cosas verdes en la mesa.
-Muchacho, deja eso. – dijo su padre.
-Por favor Iván- requirió el abuelo,- yo le explico.
– Mira, esta es una aceituna. Aquí le extraemos el corazón y las envasamos.
-Ahhh, entonces vamos a morir, pensó Olivita. Rodó asustada.
-¡Oliviaaaa! Gritaban sus primas. – Regresaaaa.
-No quiero que me saquen el corazón. – Y se fue sollozando.
Frank corrió tras ella y la agarró. Al rato anunció que iba a sembrar su propio olivo. Fue al patio y enterró aquella diminuta aceituna. Regaba su semilla diariamente, hasta que vio nacer unas hojitas verdes, que se abrieron paso a través de la tierra buscando el sol.
Olivia estaba feliz, había logrado ser como su padre y su abuelo, un árbol frondoso brindando beneficio a todos.