61. La dama blanca del olivar

Andrea Carvallo Silva

 

El Olivar era uno de los fundos más grandes de la región de Jaén y se caracterizaba por producir uno de los mejores aceites de Oliva de toda España y nadie podía entender que a pesar de los años y de las generaciones que habían pasados, seguían manteniendo su calidad y ganando, casi siempre, los premios al mejor aceite de Oliva.

 

Eugenio de pequeño, cuando no estaba estudiando, trabajaba junto a su padre Esteban, quien administraba el fundo El Olivar, un fundo hermoso y grande que se dedicaba exclusivamente a la producción de aceite de Oliva Extra Virgen y Virgen. Ellos vivían en una casa cerca del galpón de producción y la bodega de acopio, los cuales se encontraba en medio de una gran plantación de Olivos.

 

Sus patrones, la señora Angélica y don Ángel tenían una hija llamada Angelina, quien tenía diez años y era tres años menor que Eugenio, ambos solían andar entre las arboledas inventando miles de juegos y guerras de aceitunas, a escondidas de sus padres porque si los llegaban a pillar los castigaban enviándolos a limpiar las aceitunas o a pelar papas.

 

En una ocasión que los castigaron los mandaron a pelar papas junto a tres jornaleros que hablaban de algo que los asustó. Uno de ellos le decía al nuevo:

—Juan nunca se te ocurra llegar después de las once de la noche.

—¿Por qué? – preguntó Juan.

—Porque te puedes encontrar con la Dama Blanca del Olivar.

—¿Quién es?

—Nadie sabe quién es, pero se dice que algunas noches de luna llena se ve a la Dama Blanca del Olivar caminando entre los Olivos.

—No creo en fantasmas – contesta Juan.

—Nadie sabe si es un fantasma o es real, aunque mis abuelos y los padres de mis abuelos hablaban de ella, la han visto durante muchos años.

—Deben ser sólo cuentos para asustar a la gente.

—Pedro cuéntale a este incrédulo cuando te aventuraste entremedio de los Olivos aquella noche de luna llena, hace no sé cuántos años.

—Es verdad Juan, hace unos quince años mi señora enfermó y fui al pueblo a comprar los remedios y me distraje con unos amigos por lo que perdí el último camión, lo que me obligó a volver caminando. No caí en cuenta que era noche de luna llena y regresé al fundo cerca de la media noche. Cuando iba en medio de la arboleda. divisé una luz que se iba desplazando, al acercarme un poco vi a una dama envuelta en velos blancos caminando con un farol y escuché a los perros aullar, en ese momento me recorrió un hielo por todo el cuerpo y salí corriendo hacía mi casa. Nunca más he vuelto a llegar tan tarde.

—Pedro, no sigas, están los niños.

—Pedro ¿Es verdad lo que contaste? – pregunto Eugenio.

—Niños son sólo historias que contamos los viejos como yo y las repetimos para asustar a los nuevos – Pedro les dijo a los niños.

—Hay algo que no entiendo – decía Juan.

—Las casas de los trabajadores están a la entrada del fundo ¿Cómo pudiste ver a la Dama Blanca?

—Porque en esos tiempos, los dormitorios estaban donde está el galpón de acopio. Un año después de lo que vi, los patrones construyeron los dormitorios y las casas de los trabajadores a la entrada del fundo para que no tuviéramos que caminar tanto y no pasáramos susto.

 

Desde ese día, Eugenio quedó intrigado con la historia de Pedro, por más que trataba de permanecer despierto cada noche de luna llena, el sueño lo vencía. Un día que estaba ayudando a su padre, le preguntó:

—Papá ¿Quién es la Dama Blanca del Olivar? -Su padre lo quedó mirando.

—¿Dónde escucharte eso?

—Por ahí, pero ¿Quién es?

—Hijo es sólo un mito rural, para que la gente no se acerque a la casa grande.

—Pero Papá ¿Tú la has visto?

—No hijo, es sólo un mito, algo que se dice, pero no es real. Mira llegó la niña Angelina, y te viene a buscar, ve a jugar con ella.

 

Eugenio y Angelina siempre hablaban de la Dama Blanca y ambos trataban de conseguir más información, sin tener mucho éxito. Todo lo que lograban averiguar seguía planteándoles más interrogantes.

 

Pasaron varios años. Angelina se fue a estudiar a una ciudad cercana y cuando Eugenio cumplió 21 años salió a festejar con sus amigos sin darse cuenta de que era noche de luna llena y extrañándose que sus padres le insistieran en que pasara la noche afuera porque habían tenido una semana intensa con sus estudios y además, al día siguiente comenzaba la cosecha de las aceitunas.

 

Un poco antes de las doce de la noche, Eugenio entró al fundo y pudo apreciar que la noche estaba cálida y muy iluminada con la luna llena. Al caer en cuenta, ve entre la arboleda una luz que se desplazaba armoniosamente entre los Olivos.

 

Su curiosidad pudo más que todas las advertencias que había escuchado desde los once años y decidió acercarse sin emitir ruido alguno. A medida que se aproximaba empieza a distinguir a una mujer vestida con gasas blancas que se movían en el aire mientras ella avanzaba, dejando traslucir una hermosa figura casi desnuda. Para su sorpresa, se da cuenta que la Dama Blanca era doña Angélica, su patrona la mamá de Angelina. Silenciosamente la siguió hasta la entrada del galpón de producción donde, para su mayor sorpresa se encontraba su padre esperándola.

 

Eugenio se mantuvo a una distancia prudente para observar todo lo que estaba sucediendo y para no ser visto.

 

Cuando dieron las doce de la noche, Angélica deja caer su vestido de gasas quedando completamente desnuda frente a Esteban, quien le tiende una mano para ayudarla a entrar en una tinaja que parecía una bañera, apoyándose en él, bajo la luz de la ñuna llena, su figura era perfecta y Eugenio no podía dejar de observar. Embelesado ante esta divina escena donde Esteban, con mucho cuidado, iba vaciando aceite de Oliva sobre Angélica y ella lo iba esparciendo por todo su cuerpo. La luz de la luna llena producía un brillo enigmático sobre el hermoso cuerpo de Angélica. Eugenio estaba atónito, desconcertado ante tan hermosa escena y confuso al ver a su padre sumergido en este ritual.

 

Esteban vuelve a tomar la cubeta y empieza, lentamente a verter el aceite de oliva sobre el cabello de Angélica mientras ella lo esparcía suavemente.

 

El ritual tomó cerca de 30 minutos y al terminar él la vistió y la acompañó hasta la casa patronal. Eugenio se fue a su casa y no sabía que pensar de su padre, todo lo que había presenciado parecía un cuento de misterio, él no sentía que fuera nada malo, pero a la vez no lograba entender porque su padre participaba en eso.

 

Al día siguiente comenzó la cosecha y Eugenio no tuvo oportunidad para hablar con su padre. La cosecha fue intensa y transcurrió el tiempo sin poder comentar lo sucedido.

Cuando terminó la cosecha comenzó la producción del aceite y como si estuviera todo sincronizado, el primer Aceite de Oliva Extra Virgen estaba listo con la siguiente luna llena donde el ritual se volvió a repetir.

 

A partir de esa noche Eugenio estaba alerta para seguir a su Papá y presenciar el ritual de la Dama Blanca. Desde entonces cada luna llena Eugenio vigilaba a su padre, pero con el tiempo se dio cuenta que el ritual sólo lo realizaban con la luna llena que antecedía la cosecha y la luna llena que iniciaba la producción del primer Aceite de Oliva Extra Virgen.

 

, En una oportunidad tuvo una extraña conversación con Angelina

 

—Angelina, desde que tengo memoria tú mamá está igual de joven y hermosa, pareciera no envejecer.

—Tienes razón, según ella es el aceite de Oliva.

—Puede ser.

—La otra vez traté de hablar con ella sobre la Dama Blanca y me dijo que algún día yo la vería y entendería todo, pero creo que ya sé que es lo que pasa.

—¿Cómo es eso?

—Eugenio tengo que contarte algo.

—Yo también tengo que contarte algo.

—Angelina – la llamaban su mamá.

—Sí mamá.

—Ya tenemos que salir hacía la ciudad.

—Hablamos después.

 

Dos años después, don Ángel falleció por un cáncer con el cual venía luchando hace muchos años y al final se la ganó. Angélica se hizo cargo del fundo con la leal ayuda de Esteban.

 

Pasaron tres años en los que Angelina se dedicó a estudiar. Eugenio obtuvo un título de Administración de Empresas y se puso a trabajar como segundo administrador del fundo. Cuatro meses antes de la cosecha, dama Angélica tuvo un accidente que le costó la vida, por lo que Angelina decidió volver a vivir al fundo y hacerse cargo de él.

 

Eugenio se pasaba, la mitad del día acompañando a Angelina para ayudarla con todo lo que su madre hacía en el fundo y el resto del día trabajaba como mano derecha de su padre. Eugenio fue un gran consuelo para ella, aunque el destino le tenía preparado su propia pérdida, un mes y medio después su padre murió, el médico dijo que había sido un ataque al corazón.

 

Ambos trataron de consolarse mutuamente y enfocarse en mantener el fundo funcionando. Ya se acercaba la cosecha de las aceitunas y en la noche de luna llena, la madre de Eugenio le pregunta:

—Hijo ¿Mañana comienza la cosecha?

—Sí mamá ¿Por qué?

—Acuérdate que hoy hay luna llena.

—¿Qué tiene que ver?

—No lo sé, pero tú papá siempre tenía cosas que hacer, la noche de luna llena antes de la cosecha y con la primera producción de aceite.

—Gracias mamá, voy a revisar.

 

Faltaban una hora para la medianoche y Eugenio seguía pensando en las palabras de su madre “Hoy hay luna Llena”, y se preguntaba si su mamá sabía algo. Se levanta de la cama, se viste de blanco y se dirige hacia el galpón Enel que tantas veces había visto a su padre con la Dama Blanca. Algo le decía que debía tener todo preparado como lo hacía su papá. Tomó un par de cubetas y las lleno de Aceite de Oliva Extra Virgen y limpio la tinaja.

 

Cuando ya había terminado, casi daban las doce de la noche y escucha unos pasos, al darse vuelta se encontró con la nueva Dama Blanca, era Angelina vestida como su madre. Ambos se quedaron mirando bajo la luz de la luna Llena, sin decir nada y en completa complicidad comenzaron el ritual que tantas veces habían visto, pero a diferencia de sus padres, ambos en forma natural se desvistieron quedando completamente desnudos. Cada uno tomó una cubeta, primero Eugenio la vació lentamente sobre ella mientras Angelina lo iba esparciendo, luego ella tomó la otra cubeta y comenzó a verterlo sobre él. Ambos comenzaron a frotarselo por todo el cuerpo acariciándose completamente para hacerse el amor bajo la tibia luz de la luna Llena.

 

Después de amarse, conversaron largamente sobre todo lo que ambos habían visto y sobre lo sucedido y realizaron un pacto secreto para continuar con lo que sus antepasados habían iniciado porque sabían que eso hacía que su Aceite de Oliva Extra Virgen fuera el mejor del país.

 

Ese año ganaron varios premios por ser el mejor aceite de Oliva. Al poco tiempo, Angelina y Eugenio se casaron comenzando una nueva familia en el fundo El Olivar.