54. La nota secreta

Iván Humanes Bespín

 

Cuarenta años después trepamos al olivo. Nuestros cuerpos eran tocones secos. Nos lo tomamos con calma. Calentamos. Estiramos los brazos antes de la ascensión a la rama que nos vio crecer. Nuestros hijos nos miraban extrañados desde abajo:
–Cuando éramos como vosotros, subíamos aquí cada tarde –gritamos las tres desde la rama.
Y recordamos antiguas alegrías. También la nota secreta que un día guardamos en una cavidad oscura de ese árbol. La buscamos. Intentamos no caer y provocar la carcajada de nuestros pequeños. Insistimos. Hasta que una de nosotras la rescató del tiempo. La leyó. Y el árbol se pobló de monos y abejas reina, de castillos y pasarelas mortales. Océanos de lava. Puentes de cristal. Creo que fue mi hijo el que lloró primero y le siguieron los demás. Tuvimos que bajar rápido, sin aliento. Digamos que no están acostumbrados a los leones rojos. Tampoco a las anguilas voladoras. En fin.