44. El hogar

Pablo Millares Martin

 

Con la guerra acercándose a su finca, estaban las prisas de abandonarlo todo, de recoger cuatro cosas que llevarse a donde pudiera nuevamente asentarse. Mirando a su alrededor, viendo los fuegos, oyendo la muerte aproximándose, se acercó a un olivo que plantó de niño con su abuelo. Le daba pena dejarlo, era como abandonar a un miembro de la familia.

 

Con dolor, decidió que algo se llevaría, y cortó un esqueje el cual puso en un pequeño tiesto, añadiéndole tierra después. A la maceta le hizo unos tirantes y así pudo colgársela del cuello. Donde quiera que él fuera, su pasado, su historia, reflejada en el pequeño vástago iría con él. Así empezó su andadura, su largo camino al destierro.

 

Transcurrieron meses, pero nunca olvidó de compartir el agua con su pequeño huésped. Así llegó al otro lado del mediterráneo, donde iba a poder asentarse como refugiado. En su pequeño apartamento siguió cultivando su olivo, viéndolo crecer, recordándole su tierra, su pasado, su cultura, su identidad. Mientras estuvieran juntos tendría el sabor de su casa a su alcance, siempre acompañándolo.