35. Una Jaén en el exterior

Iskandar

 

De niños, crecimos escuchando de nuestros bisabuelos españoles sobre los olivares, sobre ese oro líquido. Claro que aquí no tenemos los grandes castillos y ese Mar de Olivos de la bella Jaén. Y nuestros antepasados de la Madre Patria nos invitaron a vivir en carne propia lo saludable del aceite de oliva y sus bondades y gracias a ellos, con el paso del tiempo, estas tierras de producción bovina empezaron a cambiar con estos pioneros emprendedores.

Mi bisabuelo Manuel iba siempre rumbo al olivar, parece que su voz resonara aún en El Monte de Olivos, con esa rica herencia de Andalucía. Los comienzos fueron duros, su proyecto fue la producción semi-intensiva de aceitunas, finalizada con la elaboración de aceite extra virgen de oliva de alta calidad, de aceitunas de mesa y paté de aceitunas. Con esa convicción impulsó la diversificación y el desarrollo de los olivares en estas tierras. Fue un visionario que supo cuidar la tierra y el medio ambiente, supo difundir a su manera valores de nutrición saludable.

Los olivos cambian el paisaje, hasta el viento que corre entre los árboles tiene su historia, es parte de una milenaria cultura rural que cambia vidas… Justo hoy que la sociedad mundial enfrenta una crisis de valores, ¿por qué no recorrer olivares? ¿por qué no catar diferentes variedades? ¿por qué no incluir aceitunas en nuestra dieta?…

Porque esos árboles longevos ayudan a mitigar el cambio climático y secuestrar el dióxido de carbono. Con este saber de antaño de mi bisabuelo, los olivos siguen dando oportunidades de encuentro, acercando olores, texturas y sabores que  invitan a soñar a presentir y a degustar el sabor suave de la magia que emerge de «Los Olivares»…