
32. Aceite de Jaén
Es la reunión más importante de la historia reciente de la humanidad, los acuerdos aquí alcanzados afectarán, en mayor o menor medida, al futuro de todos los países del planeta. Después de varios días reunidos, debatiendo y llegando a pactos, en el antiguo palacio imperial en Yalta (Crimea), en febrero de 1945, los Jefes de Gobierno Stalin, Churchill y Roosevelt, llegan a un punto espinoso: qué hacer con España y con su Caudillo Franco. Los tres mandatarios saben que España no entró en guerra porque Alemania no quiso. También saben los tres que, aparte de ser amigo de los nazis y de los fascistas, Franco es a la vez un freno para las intenciones expansionistas de los soviéticos, por tanto están en una disyuntiva.
Habla Stalin:
―Amigos aliados, propongo invadir España ya. Si queréis, mis soldados llevarán a cabo la campaña, barreremos sin esfuerzo a su débil ejército. Una vez depuesto Franco, se restauraría inmediatamente en el poder al legítimo Gobierno de la República, derrocado tras el golpe militar de julio de 1936.
Churchill se da cuenta de las intenciones del dirigente soviético, aparte de que se siente muy ofendido por el término “regordete” ya que él también tiene problemas con su peso, y por otra parte, le preocupa sobremanera que de llevarse a cado esa proposición invasora, se podrían destruir los olivares y la industria del aceite de oliva de Jaén, delicia que descubrió en una visita a la colonia británica de Gibraltar, y de la que sus médicos se la recomiendan para sus dietas, por tanto, se niega en rotundo a esa invasión, secundando la negativa el presidente de los Estados Unidos.
Los planes de Stalin de tener un satélite de Moscú en el país mediterráneo son parados en seco por los dirigentes capitalistas.