303. La poesía de la semilla del olivar

Amanecer

 

Escondida del frío y seco invierno, protegida por una capa blanda y verde se encuentra una semilla.

Nadie la ha visto nunca; todo el mundo la saborea y la tira. Es arrojada al plato blanco frío o al húmedo y revuelto suelo.

Pero… Por fin llegó la primavera. Y es ahora cuando ella asoma la cabeza y baila creando una nube dorada sobre cabezas verdes y troncos marrones.

Quien tiene la suerte de poder verlo, dice que el aire se convierte en oro por el color dorado del polen vivo.

Pero no solo se queda estático, sino que baila al son del aire, libres y felices.

Hay quien llama a este misterio “La Danza del Olivar”

En este rubio y dorado baile, aparece Céfiro para llevársela lejos y posarse en otros lugares lejanos y áridos.

El aire la transportó a Atenas, a la ciudad de sus antepasados.

Pasó el tiempo y un nuevo olivo floreció en la tierra de sus ancestros.

En la tierra de los olvidos que una vez fue el imperio del saber.