283. El árbol

Pukui

 

Aunque de aspecto juvenil, Marlon lleva el semblante de un hombre abatido. Despidiéndose de su agonizante esposa, cuyo único síntoma de vida es el calor que emana su cuerpo azotado por las altas fiebres, inicia su viaje en busca de aquel milenario árbol que solo había visto en dibujos y del cual ahora debe extraer el aceite de sus frutos. Olivo lo llaman, el árbol de los dioses.

Deambula durante días por las entrañas del bosque, perplejo ante su inmensidad, cuando al fin logra reconocer el árbol, se acerca a él e intenta arrancar una oliva cuando una voz lo detiene. ¿para qué deseas mi fruto? Sorprendido, pero con voz firme, responde. Lo necesito para curar a mi esposa, se encuentra gravemente enferma. El frondoso olivo le advierte que esto tendrá consecuencias, sin importarle aquello, él solo pregunta si sanará y al recibir un sí por respuesta acepta sin dudarlo, toma los frutos y emprende apresuradamente el viaje de regreso.

Una vez en su hogar se dispone a extraer el aceite de oliva y dárselo a su esposa. transcurrido unos minutos, al posar sus manos en ella puede sentir su mejoría. ya más relajado y esperando a que recupere la conciencia se queda dormido a su lado. Al despertar, su mirada recorre la habitación en busca de ella, pero se encuentra solo. Tras buscarla incansablemente y al no encontrarla por ningún lado, se pregunta si tendrá algo que ver con la advertencia que el árbol le hizo. Desesperado y decidido a no perder más tiempo, se dirige de nuevo al bosque en busca de una explicación. Una vez allí, Marlon intenta comunicarse, pero no obtiene respuesta. Perdiendo la paciencia, con frustración, golpea el árbol y sólo se detiene al reconocer en él la voz de su esposa.