
28. La fiesta de la aceituna
—¡Buenos días Sebas!, a ver qué tal se nos da hoy.
Rosa, mi compañera técnico de sonido e imagen, me estaba esperando con su equipo ya cargado en la furgoneta de la emisora y me recibía, como siempre, con la mejor de sus sonrisas. Hoy nos esperaba una jornada larga e intensa.
Como de costumbre, y tras los saludos de rigor, comencé a repasar mis notas y apuntes para refrescar la memoria y que no se me olvidase nada; en primer lugar un vistazo rápido a la agenda del día y posteriormente a la planificación que había hecho sobre la misma, las entrevistas, recorridos, actividades, visitas y sus correspondientes grabaciones.
Todo había comenzado unas semanas antes cuando el jefe de redacción me llamó a su despacho para comunicarme que este año, y dado que ya había adquirido cierta experiencia y además conocía el terreno, me iba a encargar de cubrir los actos con motivo de la fiesta de la aceituna que se celebraban en mi pueblo, la verdad es que no sé si lo que sentí en ese momento se pudo reflejar en mi rostro, pero quiero pensar que sí, ya que la sonrisa que se dibujó en la cara de mi jefe así lo demostraba; la propuesta era la más esperada por mí en esos momentos, se trataba de la posibilidad de volver a mi pueblo, haciendo lo que tanto esfuerzo me había costado, y con la oportunidad de volver a ver a amigos y familiares que por diversos motivos no había tenido la ocasión de ver en mucho tiempo.
Este año las fiestas tenían un componente muy especial, se cumplían veinticinco años desde que se iniciaran y con tal motivo el ayuntamiento, la cooperativa, las asociaciones vecinales y las de comerciantes se habían volcado con la misma y habían elaborado un programa completísimo de actividades lúdicas, deportivas, culturales y gastronómicas, además de proceder en el transcurso de la misma a la entrega de premios y distinciones para los mejores aceites de la provincia.
— Bueno, ¿por dónde comenzamos? —mi compañera me sacó de mis pensamientos para ponerme los pies en la tierra; ya estábamos muy cerca del pueblo, las interminables hileras de olivos a ambos lados de la carretera, formando una cuadricula casi perfecta, así lo atestiguaban, a lo lejos se podía divisar la entrada en el pueblo y se adivinaban las banderitas y farolillos que adornaban el paseo y la plaza del ayuntamiento.
—Creo que lo mejor será que nos dirijamos directamente al instituto, los niños de primaria ya lo hicieron ayer y hoy les toca a los mayores el desayuno saludable, así que no perdamos tiempo y vayamos allí, a ver si puedo entrevistar a algún profesor antes de que comience el acto.
Al llegar, mis recuerdos se hicieron más vivos que nunca; desde el portón de entrada miré hacia adentro y parecía que el tiempo se hubiese detenido en mi adolescencia, los mismos colores, el mismo letrero, las mismas rejas en las ventanas, todo me recordaba a mi paso por aquel lugar, donde pude fraguar amistades que aun a día de hoy perduran, tanto de amigos, como de profesores, de los que aún queda alguno en activo.
Nos recibió la actual directora, que en mi época de estudiante era una maestra recién salida de la facultad y en periodo de prácticas; ahora con más años, algunos kilos más y unas incipientes canas, apenas camufladas, me imponía más respeto que cuando la tuve como profesora. Me comentó que se había casado con un compañero de facultad y que se habían ido a vivir a un pueblo cercano donde su esposo impartía también clases a niños de primaria.
—Ahora vamos a tener una reunión del claustro, os invito a que nos acompañéis, sin grabar nada por supuesto, pero así estaréis informados de cómo se va a desarrollar el acto; como sabes y con motivo del 25 aniversario de la fiesta, este año va a asistir el alcalde para compartir el desayuno con todos los alumnos —me indicó la directora, con una cómplice y pícara sonrisa, que no era necesario explicar, mientras caminábamos por los pasillos que tantas veces había recorrido en otra época.
—¿Qué plan tienes hoy cuando terminen las clases?, ¿puedo contar contigo para que nos acompañes y nos sirvas de enlace con la gente del pueblo?, a estas alturas y después de llevar tanto tiempo lejos del pueblo, ya apenas si me conocen, sobre todo los más jóvenes.
—De acuerdo, pero con una condición. Yo os voy presentando a la gente que necesites para tu reportaje, pero a mí me dejas al margen, no me gustan nada las cámaras —de nuevo una sonrisa sincera y maliciosa a la vez se le dibujo en el rostro; así que no me quedó más remedio que acceder a su petición si quería contar con su ayuda.
Después de recoger los testimonios de algunos alumnos, de compartir con ellos el tradicional desayuno, ¡qué recuerdos! y de filmar buena parte del acto, sobre todo las intervenciones del alcalde y de la directora del centro, nos dirigimos hacia la cooperativa; allí se iba a celebrar el acto de extracción del primer aceite de la campaña por parte de los maestros de almazara, de paso grabaríamos unas imágenes de la exposición de fotos que habían concurrido al concurso relacionado con los trabajos del olivar, que desde la concejalía de cultura se había convocado.
Aproveché para entrevistar al ganador de dicho certamen, que además era mi buen amigo Ramón, compañero de estudios en mi etapa escolar y de instituto; la verdad es que se había convertido en una de las personas más influyentes del pueblo, tras su paso por la universidad había vuelto, se había establecido allí y se dedicaba a la promoción turística de la zona, decidió montar una empresa de turismo rural y senderismo, además se había encargado de revitalizar el viejo hotel de carretera, que hoy era un establecimiento en pleno funcionamiento bajo su dirección, que atraía a una gran cantidad de turistas en busca de la naturaleza.
Durante la entrevista, Ramón me contó que desde la llegada a la alcaldía del actual primer edil, el pueblo había experimentado un gran auge en toda la comarca, que desde el ayuntamiento se fomentaba todo lo relacionado con el turismo ecológico, algo que a él personalmente le beneficiaba enormemente, pero que había puesto el nombre del pueblo en muchas guías turísticas por su enorme atractivo, destacando como actividad predominante el cultivo de la aceituna y su posterior transformación, con el resultado de uno de los mejores aceites de la comarca; esto había contribuido a que la comercialización del mismo hubiese experimentado un auge importante.
Una vez terminó el acto de la extracción del aceite, nos dirigimos al centro cultural donde se iba a proceder a la entrega de diplomas y reconocimientos a los alumnos de primaria y secundaria que habían participado en los concursos de dibujo y redacción bajo el lema “Recolección y transformación de la aceituna”, que había convocado la asociación de mujeres agricultoras, de la que era presidenta mi hermana pequeña, ella era otra de las hijas prójimas del pueblo, ya que tras estudiar el grado de economía y administración agrarias, había vuelto al pueblo y se dedicaba a asesorar a los y las agricultoras de la zona.
La mañana estaba resultando muy intensa, como estaba previsto, y necesitábamos un descanso, así que mi compañera y yo nos dirigimos al hotel restaurante de mi amigo Ramón para relajarnos un poco antes de volver a las actividades de la tarde y noche.
Cuando llegamos, nos encontramos con que se estaba celebrando una cata de aceites de las distintas variedades que se producían en la zona y una conferencia sobre maridaje de los mismos, así como de los beneficios de su consumo e inclusión en la dieta mediterránea; también en una sala contigua se estaba haciendo una demostración práctica de la elaboración de diversas recetas en las que el aceite de oliva era su principal ingrediente o destacaba entre los mismos, y sin que fuese una receta en sí mismo, me llamó poderosamente la atención, la degustación que se estaba ofreciendo del tradicional hoyo aceitunero, con su bacalao y sus aceitunas coronando un buen trozo de hogaza de pan, bañado en una generosa porción de nuestro mejor aceite.
Cuando terminaron todas las actividades, y tras un breve descanso y una reparadora comida, o al revés quizás, nos encontramos con la directora del instituto que nos acompañaría durante el resto de la jornada; ella venia acompañada de su esposo, que nos presentó y con el que pude tener una larga y emocionante conversación, que relataré en otro momento.
Ahora tocaba la recepción institucional a la prensa, de nuevo coincidimos con el alcalde, que en esta ocasión iba acompañado de buena parte de su equipo; tras hacer una breve semblanza de lo que la fiesta suponía para el pueblo y de ensalzar los productos del terreno, de los que indudablemente destacaban las aceitunas y los aceites obtenidos con ellas, fuimos invitados a efectuar una visita guiada por el pueblo; cosa que como es natural a mí no me hacia ninguna falta, pero que gustosamente compartí con mis compañeros foráneos, en ella visitamos nuevamente la almazara, junto a la que se encuentra el museo del aceite, de reciente inauguración y que era el proyecto estrella de la corporación municipal en la presente legislatura, en él se exponen aperos diversos, vareadores, rastrillos, mallas, prensas, entre otros muchos y una maqueta con una gran calidad de detalles que reproduce la almazara de la cooperativa del pueblo; después nos dirigimos hacia el castillo medieval, desde donde pudimos divisar gran parte de la comarca y donde mi amigo Ramón hizo gala de su buena oratoria y conocimientos de la zona y nos expuso las distintas rutas de senderismo que ofrecía desde su negocio de turismo rural.
Para la tarde noche se había dejado lo mejor de la fiesta, el pregón que este año le había sido encomendado a Jesús, otro gran amigo mío, de nuevo un retornado tras un largo periplo estudiantil y profesional en otras zonas del país y que actualmente era el delegado provincial de agricultura de la comunidad autónoma y que en un afán de fomento de las zonas rurales, había trasladado su despacho al pueblo y desde allí organizaba y dirigía el departamento, ya que según sus propias palabras, “con la tecnología actual no es necesario estar en las grandes urbes para dirigir la administración de los ciudadanos, y mucho menos cuando estas no se desarrollan allí y los administrados tampoco viven en ellas”.
Justo antes de que comenzara el mismo, se procedió a la entrega de distinciones a diversos agricultores galardonados por su extraordinaria producción y por la calidad de sus aceitunas y una mención especial al mejor aceite de la campaña anterior, tanto a nivel de calidad del mismo, como a su penetración en el mercado nacional e internacional. De nuevo un reencuentro con mi pasado, ya que mi tío Javier recogió este último galardón, de lo que me sentí muy satisfecho y emocionado, una vez terminado el acto tuve la ocasión de entrevistarlo, algo que me hizo una especial ilusión.
—¿Qué se siente al recibir esta distinción en tu propia tierra y ante toda tu familia y amigos? —pregunté en un tono lo más profesional posible, tratando de dejar a un lado los lazos familiares.
—Pues es un enorme privilegio, aparte de la satisfacción propia por el reconocimiento, ya que llevo trabajando, como sabes de sobra —inconscientemente le salió la consanguinidad—, y que en tu propia tierra te hagan este reconocimiento es algo indescriptible —a mi tío se le notaba que a pesar de llevar toda la vida en el pueblo y dedicado a las labores agrícolas, él se había procurado una educación y un saber estar que rompía tópicos relacionados con el mundo rural, como pueden ser el analfabetismo o la falta de protocolo.
Dejamos a mi tío disfrutando de su más que merecido premio, ya teníamos la grabación del acto, por lo que podíamos seguir con nuestra tarea; le pedí amablemente a la directora del instituto y su esposo que nos acompañaran y nos dirigimos hacia la parte central de la plaza del ayuntamiento, justo al lado de la fuente de los diez caños, otra obra nueva del actual equipo consistorial, muy demandada y apreciada por los lugareños, frente a nosotros y en breves instantes se iba a producir el acto central de las fiestas, es decir el pregón de la aceituna.
Como no podía ser de otra forma, Jesús versó su pregón en las labores agrícolas, destacando sobre todas ellas y como fuente de riqueza principal del pueblo todo lo relacionado con la recolección de la aceituna y de la industria olivarera, dándole especial importancia al apoyo institucional que esta última había tenido desde su llegada al cargo, terminó con un emocionado recuerdo a aquellos que por distintas circunstancias no podían acompañarnos, bien porque la vida les había llevado lejos del pueblo, o porque las circunstancias acaecidas con la reciente pandemia los había arrebatado trágicamente de sus seres queridos.
Al finalizar, y tras una larga y emocionante ovación, que duró varios minutos, el alcalde lo invitó a que le acompañara al encendido de la iluminación festiva, y tras la misma dieron comienzo diversas actuaciones en un escenario que se había instalado en una de las esquinas de la plaza, allí comenzaron a desfilar diversos grupos de niños y mayores que ejecutaron diversos cantes y bailes típicos, como los fandangos, boleros y jotas, que en otra época servían para atraer a jornaleros de otras zonas durante las jornadas de la recolección de la aceituna, culminando con una buena ración de Melenchones que hicieron el deleite de los asistentes, sacándoles unas picaras sonrisas con sus insinuadoras letrillas.
Mientras esto se producía en el escenario, en una larga y atestada barra, se degustaban ingentes raciones de pipirrana, andrajos, ajoatao, remojón, rinrán, sin que pudieran faltar tampoco los guisos de perdiz y choto; todo ello regado con una generosa cantidad de aceite de oliva y que los asistentes acompañaban de aguacebá, cervezas y vinos de la zona, que se terminaba con una buena copa de risol.
Fue en estos momentos, mientras dábamos cuenta de vinos y viandas, cuando tuve la oportunidad de hablar tranquilamente con el marido de la directora del instituto, este me estuvo relatando cual había sido su trayectoria y la de su esposa, que resumiendo un poco era la siguiente:
Ambos habían estudiado la carrera a la vez, se habían enamorado durante ese periodo y una vez terminados los estudios y aprobadas las oposiciones, decidieron que en la medida de lo posible sus vidas quedarían ligadas a una zona rural, ya que él, hijo de un miembro de la Guardia Civil que por diversos motivos se arraigó en la zona y que desde hacía tiempo se encontraba viudo, entendió que debía acompañarlo en esa etapa de su vida; así que cuando fueron teniendo posibilidad, ambos solicitaron traslados lo más cerca posible del pueblo donde residía su padre; este que ya se encontraba en situación de reserva, dedicaba buena parte de su tiempo libre al cuidado y explotación de unos olivos que había comprado hacía muchos años a un tío de su esposa, y que tras el fallecimiento de esta, había supuesto su única ilusión, por serlo así mismo de su mujer. En la actualidad su padre se dedica a escribir sus memorias, por lo que él tiene que compaginar su trabajo docente con el agrícola, y me dijo que producen un aceite de excelente calidad, que según su padre se debe al mimo con que siempre su difunta esposa había tratado a sus olivos, siendo esta la forma en que ellos se lo devuelven como gratitud.
Mientras me iba relatando su historia pude comprobar como sus ojos se iban humedeciendo, teniendo que hacer alguna que otra pausa en su relato porque la emoción no lo dejaba hablar con normalidad, pero terminamos con un emotivo y cariñoso brindis, que él elevó al cielo y nos repusimos de ese entrañable momento cuando mi compañera y su esposa nos propusieron que nos uniésemos a la fiesta y bailásemos un poco, cosa que hicimos con verdadera devoción, ya que arte y salero no nos sobraba a ninguno de los cuatro.
Como colofón a la más que intensa jornada, una orquesta popular tomó el relevo de los grupos de baile para amenizar el resto de la velada; fue en ese momento cuando mi compañera y yo nos despedimos y agradecimos a todos los que nos habían ayudado y colaborado, en especial a la directora del instituto y a su marido, por todo lo que habían colaborado con nosotros. Habíamos decidido pernoctar en el hotel, ya que tras la ingesta más que considerable de vinos y licores, no era una opción posible el conducir hasta la capital, eso quedaría para la siguiente jornada.