
27. El legado
Mi abuelo favorito se ha transformado en olivo. Y es que siempre quiso lo mejor para nosotros. Lo que más nos duele es la poda, pero ya se sabe que es necesaria para una buena producción. La hacemos toda la familia con mucho cuidado y procurando cortes suaves. Alguna vez se le ha escuchado un quejido, pero progresamos. Y esperamos como agua de mayo sus yemas en flor, controlamos la mosca cuando aparece el racimo, luchamos contra las orugas a conciencia. Nos turnamos las noches para dormir a sus pies. Al estallar las primeras flores, hacemos una fiesta en el pueblo. Es mucho trabajo, pero luego nos compensa recoger el fruto. Es echar un poco de aceite en el pan y venir a nuestra mente sus consejos para el riego, las manos con grietas, el deseo de ser árbol al morir. Y pasamos horas en la mesa, dejando que broten palabras como alcuzilla, espuerta o zaque. La cultura del olivo, que es nuestra cultura, se derrama en un descubrir continuo. Y desde la ventana vemos a mi abuelo agitar sus ramas, satisfecho.