232. La de ojos de lechuza

Fabricio Castillo González

 

El pregonero de la Fiesta del Verdeo de Basilipo empezó su alocución con estas palabras: “No es lo mismo”. Y las repitió al menos cinco veces más. Las personas que asistían al acto ponían cara de estupefacción, ignorantes de a lo que se refería. Él las comentó luego, proclamando que el recinto donde se celebraba el acto había sido en su niñez y adolescencia el sitio donde jugaba al fútbol, algo que no podía decir ni un Premio Nobel que estuviera en su lugar. Una de las porterías estaba ubicada en la tienda de productos electrónicos de Hermanos González; la otra, en la torre barroca de la Iglesia del Santo Cristo, cuya fachada quedaba a la espalda de donde estaban situadas la reina y las damas de honor.

Después señaló que Basilipo y Atenas tenían algo en común que las igualaba. Esta debía su nombre por haber ganado Atenea a Poseidón en la lucha que entablaron por apadrinarla. Este hizo brotar una fuente (en otras versiones, se dice que un caballo); y aquella, un olivo, el símbolo de la ciudad. Sea como fuese, la ganadora resultó ser “la de ojos de lechuza”.

Basilipo era un tapiz de olivos y estacas esparcidos a lo largo de su campiña, donde brotaban las mejores manzanillas y gordales del mundo