
226. Todo es vida transformada
Verdeaba la tarde, y sol caía, y la negra aceituna esperaba al zorzal que compartía con ella rama y vida, en el olivo centenario.
«Ven pajarito, ven, que ya me aguarda la almazara y la piedra en el molino, y quiero despedirme en esta hora»
“Ya estoy lista, y madura en mi interior, mi vida ha sido breve pero intensa. Fui flor blanca y pequeña entre las hojas, fui mimada por las manos encalladas del campesino recio. Con el arado y la lluvia crecí y como pequeño brote diminuto fui absorbiendo los jugos de mi dueño hasta crecer y ser lo que ahora soy: fruta madura”
«Mañana daré lo mejor de mí, y en delicado aceite tendré nueva vida, y llevaré tu canto en mis aromas, discurriendo suave entre manjares»
El zorzal a lo lejos la escuchaba, y de noche, en su canto respondía:
«Contigo iré esta noche, amiga mía, que herido vengo y el cazador me espera. Fundiremos mi carne con tu aceite y, así ligados, seremos exquisita delicia en una mesa, un regalo que se transforma de la naturaleza, en deleite de paladares delicados».