20. «En el mar de olivos»: la más grande

Antonio García Fuentes

 

El viaje se desarrollaba rápido y con normalidad; en el trayecto, y como iban rodando “sobre La loma”[1], Julio, como siempre que por allí pasaba, se iba recreando en la contemplación de “este mar de olivos”; muchos de los cuales había visto plantar a lo largo de muchos años, puesto que cuando él viajaba por aquí, lo que hoy es ese figurado mar verde oliva, antes eran inmensos campos de cereal de secano, sobre los cuales e  igual que hoy, se perdía la vista en las lejanías, tanto por el lado norte, como por el lado sur, puesto que La loma, discurre en sentido Este Oeste, más o menos como… “el camino diario del astro rey”; por lo que igualmente en esas lejanías, las puestas de sol son de una belleza difícil de describir; hay que verlas; al  igual que los amaneceres y debido a los cielos limpísimos que aquí se disfrutan, puesto que no hay contaminación notable y sí un inmenso bosque de olivos, al que hay que unir el otro también inmenso que aportan las serranías con sus diferentes tipos de árboles que forman muy espesos bosques que complementan infinidad  de arbustos y plantas silvestres; todo lo cual mantiene limpia la atmósfera, puesto que constantemente se renueva el vital oxígeno.

Todo esto lo va explicando Julio a sus compañeros de viaje. En un momento del viaje y ocupando un silencio que se produce, el relator dice.

—Conozcamos un boceto histórico de esta población que vamos a visitar; que hoy y con sus anexos o pedanías, cuenta con unos quince mil habitantes; siendo su industria principal y casi única, el olivar y el aceite de aceituna; del que venden casi todo a granel, con lo que la riqueza principal se la llevan otros con el valor añadido que obtienen… en esto y en toda la provincia, sigue el atraso ancestral de siempre; saben producir una maravillosa “materia prima”, pero no han sabido comercializarla… “ya van despertando, pero muy lentamente”. Dice ser (este municipio) el mayor productor de aceite de aceituna de toda la provincia y por tanto, el mayor de todo el mundo, puesto que se han llegado a recoger en el mismo ciento veinticinco millones de kilos de aceituna; “busquemos un promedio de treinta, cuarenta o cincuenta kilos de máximo de promedio por olivo y encontraremos millones de árboles pertenecientes a este municipio, que a su vez conforman  el denominado “Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas”, considerado el de mayor extensión de Europa. En el perímetro del mismo cabría una de las provincias vascongadas, lo que nos da una idea de su extensión.

Aquí Julio se detiene y hace una pausa, sacando del bolsillo un apretado boceto histórico que leerá a sus compañeros de viaje para ambientarlos históricamente.

Sobre las diez de la mañana ya estaban entrando en la ciudad; y preguntando varias veces, terminaron por llegar a la gran factoría aceitera donde se dirigían; deteniéndose en la amplia explanada que hay ante la misma; seguidamente Julio tomó la iniciativa y acompañado de otro compañero entraron en las oficinas y tras preguntar por la persona que pudiera enseñarles las instalaciones, apareció un empleado que al ser requerido para aquella visita les atendió, diciéndoles con toda amabilidad.

—Comprendan ustedes que no podemos realizar visitas no programadas y ustedes se han presentado aquí de improviso, así es que entiendan ello.

—¿Entonces…? —dijo Julio un poco cortado o violento por la situación creada, pero añadiendo seguidamente—. Por favor, comprenda usted que hemos realizado desde Jaén un viaje de casi cien kilómetros, con el principal fin de ver la que se nos ha dicho es… “la mayor factoría extractora de aceite de aceituna de todo el mundo”; yo soy de Jaén, pero mis acompañantes son extranjeros y comprenda usted nuestra situación… y más siendo la culpa mía, puesto que es lógico y como usted ha dicho; debí llamar por teléfono y ver la forma en que ustedes organizan las visitas… si es que las organizan.

—Sí que las organizamos y atendemos en días fijos y horarios concertados, más para grupos que para personas aisladas… y hoy precisamente tenemos un grupo de jubilados que vienen a visitarnos… quizá pudiera unirlos a ellos.

—De acuerdo, aceptamos y quedaremos muy agradecidos… notificándole, el que somos escritores y de lo que veamos aquí, tomaremos notas y es posible que ello repercuta en que esta factoría sea conocida en lugares que ni ustedes puedan imaginar; por tanto, le ruego haga todo lo posible por atendernos.

Aquel hombre al oír aquello quedó sorprendido y esmerando su amabilidad, les dijo.

—Sí que me parece bien… “y estén seguros que ustedes verán las instalaciones y oirán una amplia disertación sobre la historia y el proceso para que hayamos llegado a ser lo que en la actualidad somos”… les sugiero que se den una vuelta por “el pueblo” y vean el mismo en este tiempo que falta, puesto que hay atractivos para no aburrirse… vayan sobre todo a la iglesia principal; y les sugiero se queden a comer aquí, puesto que cerca de la misma hay sitios donde se come bien y de las comidas típicas de aquí.

—Muchas gracias por todo… así lo haremos.

Se estrecharon las manos y de inmediato salieron al exterior; subieron al automóvil y ya dentro del mismo, Julio indicó a sus compañeros de viaje la situación, que había que aceptar. Y así fue, aunque costó varias preguntas y el circular por aquellas calles estrechas y conformadas como lo que fuera durante muchos siglos, una población agrícola y muy cerrada para mejor defensa de enemigos; o sea una ciudad medieval. Lograron aparcar el vehículo no muy cercano al lugar de destino, en un paseo que partía de unos amplios jardines; pero no había otro remedio3; por lo que al bajar del mismo notaron un frío notable y del que había que resguardarse concienzudamente. Por lo que Julio dice al bajar del vehículo.

—“En La Loma hace un frío que pela” y aunque hoy no es extremo, pero se nota… yo lo noto; pero aguanto y llego a asimilarlo, puesto que soy de tierra que sufre de temperaturas bastante extremas; así es que abriguémonos bien y en marcha hacia el templo, que es una obra notable y realizada por un famoso maestro de obras renacentistas y que fue igualmente el autor de la catedral de Jaén y otras muchas hermosas obras más, puesto que se quedó a vivir en este entonces reino de Jaén y aquí murió.

Llegados a la plaza, encontraron el templo abierto y entrando en el mismo buscaron la sacristía y entrando en la misma, pudieron hablar con el sacerdote que allí se encontraba… y a petición de nuestros viajeros, que volvieron a presionar con lo de… “extranjeros, escritores, etc.”, aquel buen cura se prestó a servirles de cicerone; por lo que les dijo que se dirigieran a la nave central del templo y junto al altar mayor, que él estaría con ellos en diez minutos; y así fue, puesto que llegó de inmediato y haciéndolos sentar en la primera fila de bancos que allí hay, empezó su disertación.

Visitada la iglesia,  que más parece una catedral “sin obispo”4, que una iglesia parroquial; visitaron igualmente el pequeño museo anexo; y  tras ello volvieron al exterior, acompañados del sacerdote, que allí terminó de explicarles lo más relevante del templo y la casa del maestro constructor que es lindera y da fachada a la misma.

Tras esta vista exterior recorren los alrededores para ver el entorno y buscar un restaurante para realizar la comida del medio día; realizado todo ello, vuelven al automóvil y a la hora convenida de nuevo se encuentran en las oficinas de la gran factoría[2]; les atiende el mismo empleado que les atendiera horas antes, que les dice que todo está resuelto, que está a punto de llegar un autocar con medio centenar de visitantes y que pueden unirse al grupo como unos más.

Efectivamente, a los pocos minutos llega el grupo y unidos al mismo visitan la gran almazara y anexo del lavado del fruto y que en nota al pie se cita. La misma se nutre de millón y medio de olivos de varios términos municipales; han llegado a “moler” en una temporada o cosecha más de noventa millones de kilos de aceituna; ello en la cosecha máxima y alrededor de los ochenta millones como promedio. Obtienen igualmente de promedio diecisiete millones de kilos de aceite, que luego venden, todo a granel, no envasando apenas;  aprovechan el hueso de orujo para la combustión de las calderas que tiene la factoría y que se nos dice es tres veces más económico que el gasóleo; venden el orujo resultante, que son muchos millones de kilos, del que luego se extrae, en “las orujeras”, un dos por ciento de aceite de más baja calidad (denominado aceite de orujo de la aceituna) y el resto que queda también es un magnífico combustible y con un gran poder calórico; por ello este producto va a la cercana Villanueva del Arzobispo para la obtención de electricidad; puesto que en dicha localidad se ha instalado una potente industria para explotar las enormes cantidades de biomasa que aportará el olivar. “Del olivar todo es aprovechable y cada vez se encuentran nuevos aprovechamientos”; en ello la joven Universidad de Jaén está trabajando y, al parecer, bastante bien.

Terminada la visita a la factoría, donde se les ha explicado por el “maestro[3]” (quizá ya ingeniero), todo el hoy complicado funcionamiento de esta gran factoría, totalmente automatizada o mecanizada y donde la suciedad ancestral de los viejos molinos, así como su “picante” olor a aceituna machacada y jamilas, ha desaparecido… hoy la aceituna entra por unas grandes correas transportadoras, que las llevan a grandes máquinas… que por medio de todo el proceso de lavado y molturación, devuelven aceite por “manantiales”, separando orujo y hueso; y transportando todo a sus lugares de destino y de forma totalmente automatizada y sin que el hombre “los toque”… “una maravilla, que el maestro dice que en breve lo será mucho más”.

Les regalan a la salida un botellín de unos cien centímetro cúbicos de limpio aceite puro de aceituna[4] y de nuevo, marchan para ver la primera fase del gran proyecto en marcha de esta cooperativa. En diez minutos, se encuentran en  la planta de recepción de aceituna, que es enorme, puesto que cuenta y ya en funcionamiento, con dieciocho puntos para descargas automáticas (que incluso separan el fruto de vuelos y suelos[5]). Su capacidad, reitero, es enorme puesto que servirá para que cientos de vehículos de carga, lo hagan en tiempo récord; y todo ello mediante control por ordenador y tarjetas personalizadas para cada propiedad y por pequeña que esta sea. Los enormes techos (esto es enorme y parecen la cubierta de un aeropuerto) recogen agua de lluvia para suministro de la misma cooperativa, mediante tarjetas que ponen en marcha un sistema automático; y que emplean los agricultores. Esta agua es para los tratamientos agrícolas en la que son necesarias cantidades notables y que aquí serán facilitadas a precios reducidos, puesto que esa agua se recoge en grandes balsas… en fin, que cuando de allí salen, marchan abrumados por tanto dato como les facilita el “Maestro de fábrica” que los ha acompañado hasta allí y donde los despide, quedándole todos muy agradecidos… Julio, que no ha parado de tomar notas en su bloc de trabajo y a lo largo de las dos visitas, se dirige al maestro y efusivamente le agradece toda su disertación, diciéndole que ha tomado notas “taquigráficas” y de las que piensa extraer un buen relato, a lo que aquel hombre agradecido le dice.

—Si necesita algún dato que no tomase o que necesite para ampliar, no dude en llamarme por teléfono y le facilitaré lo que precise.

—Muchas gracias.

Y sin más, y como ya es la hora de comer, los tres viajeros vuelven al centro de la ciudad, donde ya han localizado el restaurante y entran en el mismo, que se encuentra cercano a la iglesia que visitaron horas antes; y allí, los acomodan cuasi “como sardinas en lata”; por lo apretados que los colocan en un ridículo e incómodo espacio; pero como no es cosa de protestar y perder un tiempo precioso buscando un nuevo local donde comer, aceptan ello con resignación. La aglomeración en tal establecimiento es debido a que allí van a comer el grupo con el que han visitado la factoría; por lo que se unen al mismo y comerán el menú típico que para ellos han preparado. Les dan de comer bastante bien puesto que de primer plato, degustaron un plato campesino (modernizado) y denominado “andrajos”[6]; después una carne de lomo de cerdo con ciertos aliños de la cocina local y de postre sí que les ofrecen gran variedad y todo ello de fabricación “casera” de la dulcería de estas tierras; en conjunto muy buena comida, con vino de la tierra (Torreperogil) tan bueno como cualquier otro de La Mancha, por ello quedarán muy satisfechos.

Son las 15,40 h., cuando de nuevo en el automóvil Jules, el chofer, pregunta.

—Hacia dónde me dirijo, Don Julio.

-Regresamos hacia Jaén, pero vaya pendiente de los indicadores y entraremos en Torreperogil, quiero comprar vino y desde allí, iremos bordeando Úbeda  y Baeza, regresando a Jaén.

—¿Qué le ha parecido esta visita de la mañana? O mejor dicho, visitas puesto que han sido varias —preguntó Julio a sus acompañantes.

—Muy bien, querido amigo; tanto a Jules (con el que he hablado mientras usted estaba absorto con sus anotaciones) como a mí, nos ha encantado la visita y así hasta que me enseñe usted todo lo interesante de esta provincia, que como usted bien afirmó en su momento… “es la gran desconocida de Andalucía”… y además, está cargada de historia, de la que igualmente poco se sabe, salvo los escasos eruditos… “aquí en cualquier lugar donde se excave aparecerá algo interesante”. Ya el Sol declinaba en la lejanía por lo que los  viajeros, disfrutaron de aquel inicio del que pronto sería un ocaso maravilloso y como se dijo en la mañana, cuando viajaban en sentido contrario.

Maravillado por aquella puesta de Sol y rememorando lo vivido aquel día, Julio exclamó: “¡Brilla como el oro verde del aceite, el único aceite, el aceite de aceituna, el resto son solo grasas!”.

 

 

[1] Es el nombre genérico a toda esta extensa y riquísima comarca, que en su conjunto forma por ella sola, un “mar de olivos”; y sus lomas descendentes de la principal y que da el nombre a toda la zona, son como gigantescas olas que cubren el inmenso bosque de olivos; algo asombroso incluso para nosotros, los habituados a verlo durante muchos años. “Es claro que para apreciarlo hay que ser un poco sensible”.

3 En el citado  paseo o jardines, que son muy amplios, llegaremos a un lugar, donde encontraremos a docenas de africanos de piel negra… “son los inmigrantes que indocumentados, recorren a millares, todas las zonas donde hay cosecha de lo que sea y se ofrecen a quién quiera contratarlos”… que hay que hacerlo fuera de la ley, por cuanto no tienen documentación alguna… son las miserias de la civilización actual, que obliga a estos seres a salir de sus lugares  de procedencia o nacimiento, muriendo en el viaje muchísimos de ellos… pero ello no arredra a muchos, puesto que siguen viniendo en cantidades ya muy preocupantes. Los miro al pasar y tristemente reflexiono, sobre el drama de la inmigración, que es un azote para el mundo actual y no se ve forma de paliarlo, por lo que las consecuencias serán terribles.

4 Iglesia de la Asunción, del siglo 16, Monumento Nacional desde el año 1931. Cuenta con numerosos reconocimientos nacionales más, de importancia. Según Andrés de Vandelvira, era su obra predilecta, más allá incluso de las Catedrales de Baeza y Jaén. Es el monumento más interesante objetivamente hablando de Villacarrillo. Posee además un museo parroquial. El guía, nos dirá que aquel “Maestro de Obras” (lo de arquitecto no existía) murió muy rico y vivió aquí muchas épocas de su vida, puesto que tenía grandes propiedades aquí; a la salida nos mostrará desde fuera lo que fue su casa.

 

[2] Es una cooperativa olivarera, cuya denominación es “Nuestra Señora del Pilar” y la que modernísimamente dotada, si bien quieren actualizarla aún más y para lo que tienen que salir del casco urbano e instalarse fuera; donde ya cuentan con enormes instalaciones de recepción del fruto, embalse de agua limpia y de lluvia que recogen muy inteligentemente, a través de las enormes cubiertas de este gran tinglado, que hemos visitado; también tienen una serie de balsas para depositar en ellas, los nocivos alpechines que tienen que almacenar obligatoriamente, en balsas de desecación.

[3] El máximo entendido en las almazaras que yo conocí, siempre era el denominado “Maestro de Molino”.

[4] Como curiosidad, sepa el lector que no es igual un kilo de aceite de aceituna, que un litro; un kilo son mil gramos y un  litro, son algo más de 950 centímetros cúbicos; o sea que de kilo a litro hay una variación de casi un cinco por ciento; sepa ello cuando compre el producto.

[5] La palabra vuelo, es para la aceituna que viene directamente del árbol y que por tanto, dará el mejor de los tipos de aceite de aceituna; y la palabra suelos, es para el fruto que caído al pie del árbol, en la recogida hay que recogerlo aparte, puesto que y como se hacía antes… “mezclar los dos es estropear el aceite en su totalidad”.

[6]  Los denominados “andrajos”, era un  guiso para las clases pobres y para pastores; se logra sobre la base de harina de trigo, amasada en frío y hecha en unas tortas apretadas, a lo que se añaden según “medios” disponibles.