173. El armario mágico del hotel Úbeda

Juan José Clavel Muñoz

Hoy es treinta de septiembre. Ana y yo nos despertamos en un hotel de Úbeda. Qué habitación más divertida la número cien. Nos dio tiempo, antes de dormir,  a jugar al escondite. Mientras uno contaba hasta diez mirando a uno de los dos cuadros con motivos sensuales, el otro se metía en el armario gigante. Nos jugábamos los caramelos de mermelada de aceite de oliva extra que,  de regalo, había en la cestita de encima del escritorio. En uno de los turnos del pasatiempo, al abrir la puerta se oyó un estruendo y el fondo del armario desapareció. Nos encontramos en un olivar repleto de personas que celebraban un cumpleaños. Estaban sentados en una bancada alargada con todo tipo de viandas sobre la mesa, realizadas con aceite de oliva y aceitunas. Una persona muy mayor soplaba una fila interminable de velas, entre cánticos alegres y palmas. De repente  Ana y yo nos desperezábamos abrazados dentro del armario, con una sonrisa y un llamativo olor a aceite y cera.