170. Olivia
A Olivia se le puede aplicar la tercera ley de Newton, esa que dice que «a cada acción le corresponde una reacción igual», pues tanto su singular oficio como sus hábitos le vienen dados desde el bautismo. No en vano, siempre que puede, rememora con emoción que en dicha ceremonia religiosa, tras el ritual baño de agua, fue ungida con aceite de oliva consagrado.
A Olivia, con ese nombre, le cuadra haber llegado a ser una catadora técnica oleolícola con hábitos saludables. Ella misma, que toma su preceptiva cucharadita de aceite cuando se le irrita la garganta, ha creado un provechoso Decálogo árabe-romano (azzayt, aceituna; oleum, olivo) que rige su vida y que comparte con cualquiera como profesional concienciada.
A Olivia, en definitiva, no le importa confesar a quien desee escucharla que… 1. El mejor aceite, el de oliva; 2. Las aceitunas, en todo aperitivo; 3. La aceitera, siempre a mano; 4. Las comidas, bien aceitadas; 5. Las ensaladas, no muy aceitosas; 6. El alioli, casero; 7. Las mejores semillas, las oleaginosas; 8. El más bello paisaje, un campo de olivos; 9. El olivar, para quien lo trabaja; y 10. Los aceituneros, como dice la canción, altivos.