169. El desafío del aceite

Tarso

 

En un soleado día en Jaén, tierra del mejor aceite de oliva, un grupo de amigos se reunía en una terraza. La conversación giró hacia hazañas atrevidas, y las miradas recayeron en Antonio, conocido por su valentía.

«¿Qué no tengo agallas?», retó Antonio, señalando una botella de aceite de oliva virgen extra en la mesa. Sus amigos, amantes del oro líquido de la región, no pudieron resistirse al desafío.

Sin pensarlo, Antonio desenroscó la tapa de la botella y, con una sonrisa pícara, la bebió de un trago. La multitud quedó estupefacta, pero luego estallaron en aplausos y risas.

Sin embargo, la victoria fue efímera. Antonio comenzó a resbalar por la silla, y pronto se deslizó por la terraza, dejando una estela de aceite a su paso. Sus amigos corrieron tras él, riendo a carcajadas. La odisea de Antonio se convirtió en la comedia del día en Jaén.

Aunque nunca más intentó semejante proeza, Antonio demostró su coraje de una manera que todos recordarían y se convirtió en la leyenda del «Hombre del Aceite» de Jaén.