
15. Un regalo para Margarita
Se acercaba la navidad. Roxana estaba muy triste porque quería hacerle un gran regalo a su mamá y no tenía la más mínima idea de qué podía obsequiarle. Debía ser un regalo que le devolviera la sonrisa y el deseo de vivir sin la más mínima sombra del pasado más reciente. Los últimos días del año hasta el entrante mes de enero eran la época más linda para la familia. Ellas siempre la esperaban con gran emoción, pero esta vez Margarita, su mamá, no se había conmovido para nada, ni siquiera se motivó a decorar la casa con frescos ramos de flores, a coserle nuevos trajes a sus títeres y mucho menos a limpiar y pintar de vistosos colores el frente de la casa como solía hacer cada año.
Margarita era una gran titiritera que pertenecía a la compañía teatral Tropa traviesa y todos juntos, magos, payasos, malabaristas, mimos, tragafuegos, humoristas, recorrían los pueblos de aquellos alrededores. Margarita siempre iba con su maleta llena de carismáticos títeres a los que llamaba Carmina Picofino, Clodomiro el ventrílocuo, el payaso Paco y Carolina cuentacuentos. Hacían reír y divertirse a grandes y chicos con sus cantos, juegos, adivinanzas, narraciones y trabalenguas. Los fines de semana, sin excepción, salían a esparcir el arte por donde quiera que pasaban. Pero todo cambió después que apareció una terrible pandemia que obligó a poner en práctica medidas de aislamiento social y permanecer dentro de sus hogares día y noche. La muerte y la desolación eran prácticamente los únicos transeúntes que desandaban por las calles.
Al principio, tanto Margarita como los demás artistas de la compañía, siguieron haciendo espectáculos virtuales, hasta que la multifacética titiritera también se contagió y aunque pudo sobrevivir a aquella nefasta enfermedad, había quedado sumida a un viejo sillón, y con varias secuelas: sentía fatigas, dolor en las articulaciones, hipertensión arterial, problemas respiratorios y mucho desánimo, ya ni siquiera miraba a sus amados títeres. Ese era la peor secuela, el desánimo, pues debido a ella, una nueva inquilina llamada tristeza deambulaba de un lado a otro por aquella casa. Así que una mañana muy preocupada Roxana miró a los títeres que morían del aburrimiento metidos en un viejo baúl y les dijo:
Esto no puede continuar así. No tenemos dinero para comprar un árbol de navidad de esos pintorescos que venden en el centro comercial de la ciudad, pero lo voy a conseguir.
Sin pensarlo más, se fue para un bosquecito que había cerca de la casa, y después de mucho buscar, regresó feliz con un pinito de tamaño pequeño e ideal. En la tarde ya estaba puesto en medio de la sala. Margarita no se animó a ayudar en la decoración por más que se le rogara.
—Hija, perdóname, pero es que no me siento bien, este año ni la navidad me alegra el corazón.
—Espera que termine, estoy segura que te va a encantar.
Roxana ponía todo su empeño para que quedara bien engalanado.
—Y ahora vamos a pensar en los regalos para poner debajo del árbol, debe ser algo que le devuelva la sonrisa a mamá —le dijo Roxana con mucho entusiasmo a los títeres.
Pasó varios días pensando y mirando en las tiendas, en las ferias artesanales, hasta que un día, justo a las doce de la noche, después de muchas horas de desvelo, encontró en Internet lo que estaba buscando. Sin pensarlo dos veces, rompió su cerdito alcancía y en la mañana sin perder tiempo fue por el regalo que suponía cambiaría la vida de su madre. Espero ansiosa, y al llegar la navidad, en una linda caja decorada por ella misma, colocó el valioso regalo, también una postal navideña y un ramo de margaritas que cortó de su jardín. Estaba segura de que con todo eso su mamá volvería a sonreír.
Llegó la hora de abrir los regalos, Margarita continuaba sin mucho interés, solo por la insistencia de su hija tomó la postal, el ramo de margaritas, sus flores preferidas y finalmente el último regalo; lo abrió y descubrió que dentro había algo que la sorprendió de verdad, una botella de aceite de Oliva extravirgen. Miró a los títeres, y luego a Roxana que observaba desde el sofá. Y con gran extrañeza le expresó:
—Pero hija, ¿por qué has comprado algo tan caro?, no podemos darnos ese lujo. Los pobres no cocinamos con ese aceite tan costoso.
Mamá, realmente no lo compré para cocinar, este es un aceite muy especial y prodigioso.
—¿Y para qué lo compraste entonces?
—Escucha bien, he investigado mucho y te aseguro que va a renovar tu salud.
Los ojos de Margarita se iluminaron llenos de curiosidad.
—¿Y cómo es eso hija?
—Muy fácil, mamá… Este maravilloso aceite que se extrae de la aceituna que es el fruto del Olivo, contiene vitamina A, B, E y K. Potencia el sistema inmunológico, controla el colesterol, previene la arteriosclerosis, regula la digestión, mejora la circulación, previene el cáncer, controla la hipertensión arterial, reduce la posibilidad de trombosis, previene la diabetes y muchas otras patologías más, ¿qué te parece mamá?
—¡Qué interesante, es milagroso! Pero anda, continúa diciéndome para qué más sirve por favor.
—…pues también es antioxidante, retarda el envejecimiento de la piel; elimina las manchas, la hidrata y tonifica, e incluso sirve para el cabello.
—Es un verdadero tesoro el aceite de oliva Roxanita, pero y qué esperas para comenzar a darme ese prodigio.
—…jajaja, sabía que te ibas a alegrar, en la mañana comenzaré a darte una cucharada diaria.
—Hija, sin salud no hay motivación, espero que me ayude a recuperar completamente ese maravilloso aceite de la vida, y que valga la pena el dinero invertido, a propósito, ¿cómo lo compraste?
—Abrí nuestra alcancía, siempre dijimos que era para algo muy especial. Vas a ver que valió la pena.
—Está bien hija, me gustaría saber más sobre la cultura del olivo…
Roxana estaba feliz de haber despertado el interés de su mamá. Y siguieron conversando toda la tarde.
—Pues te comento que el creador del aceite de oliva, de acuerdo a la mitología griega, fue Aristeo quien se encargó de difundirlo en la Península Balcánica, el mar Egeo y luego en Sicilia y Cerdeña y se piensa que es por eso que se le haya considerado a este señor el inventor de este aceite e incluso de la prensa que se utilizaba para procesarlo.
—Ya veo que la receta de hacer buen aceite de Oliva ha pasado de generación en generación. ¿Y a que tú no sabes esto hija…? Estuve viendo un documental sobre los juegos olímpicos que nos informa que en las primeras olimpiadas se le entregaba una corona de hojas de olivo a los triunfadores…
—Qué interesante mamá, no sabía eso. Bueno, pues yo estuve leyendo que en la actualidad, el mayor productor de aceite de oliva es España, sobre todo en la provincia de Jaén donde se desarrolla el evento internacional Expoliva desde hace cuarenta años, se define como «la principal feria mundial para la promoción y el desarrollo del sector olivar y el aceite de oliva», con el propósito de incentivar el desarrollo oleícola.
—Roxy, pero… ¿también se produce en otros países, verdad?
—Sí, claro, pues en Italia, Turquía, Grecia, Portugal, Marruecos, Túnez y Siria, todos en la cuenca del Mediterráneo
—Muy distantes de nuestra isla del caribe, hija…
—Sí, mamá… Hay algunas curiosidades sorprendentes sobre el olivo, se le considera el árbol de la vida, símbolo de la paz, la prosperidad y la soberanía, es por eso que los reyes en épocas pasadas eran ungidos con aceite de oliva antes de asumir el cargo. Y sabes que los árboles del olivo son tan resistentes que pueden superar temperaturas de 7 y hasta 40 grados, e incluso soportar el fuego.
—¡Increíble eso! No lo sabía, hija…
—En España existen muchos árboles milenarios, en Monarca por ejemplo encontraron uno con 2.310 años de antigüedad.
—Increíble… Es muy sorprendente todo lo que me cuentas.
—Y algo más, ¡escucha bien!: estos árboles tienen cuarentaiséis pares de cromosomas igual que los humanos…
Se echaron a reír, y desde ese día Roxana comenzó cada mañana en ayunas a darle una cucharadita del mágico elixir. Le daba masajes en las articulaciones, incluso se lo aplicaba en el rostro y el cabello y en poco tiempo Margarita se fue recuperando, incluso se veía completamente animada y rejuvenecida.
El mundo fue pasando a la normalidad, la peor etapa de la pandemia había pasado. Un buen día Margarita Se levantó de la cama llena de energía y exclamó: «¡Hoy nos vamos de gira, debemos ayudar a la gente a olvidar tanto dolor y tristeza!».
Echaron los títeres en la maleta y Margarita junto a Roxana que se había convertido en una gran titiritera durante la pandemia, se unieron a la compañía Tropa traviesa y se fueron a recorrer, nuevamente, los pueblos regalando fantasías y lo más importante: ¡nunca faltaba en sus funciones un comentario para promover las mágicas propiedades del aceite de oliva, el prodigioso aceite de la vida!