149. Susurros dorados del olivar
El sol se pone sobre los olivos. Mis pasos crujen en la tierra y la quietud del olivar me engloba. Detengo mi andar junto a un árbol anciano, su corteza guarda historias de otros tiempos. Apoyo mi mano en el tronco y cierro los ojos, hasta que la voz de María rompe el silencio.
—Abuelo, ¿me cuentas otra vez la vida de los olivos?
Me siento a los pies y le cuento historias que han vivido estos árboles. Ella escucha, mientras el viento acaricia las hojas.
Caminamos juntos entre los olivos, le enseño a observar el color de las aceitunas, y el ciclo de la vida parece fluir en cada paso, y en los susurros del olivar.
Le entrego una aceituna y, mientras la prueba, sé que ella será la guardiana de este legado, del oro que fluye de los ancestros, de las raíces que se extienden más allá del tiempo. Bajo la bóveda celeste, el olivar susurra historias de siglos por venir. Sus hojas se balancean al ritmo del viento. La tarde nos envuelve, entre oliva y ecos. En sus ojos, como en las aceitunas recientes, reluce la promesa de un futuro milenario.