146. Lady Nulahiel

Raquel Lozano Calleja

 

Se desplomó en los brazos de Lady Nulahiel en la torre del homenaje. Las negras plumas de la saeta emponzoñada que había lanzado el orco daban fe de que el único antídoto que podría salvar al emperador eran las últimas gotas de aceite que custodiaba el dragón.

Ella se colgó el carcaj al hombro y corrió hacia el infinito oscuro.

El dragón de Kélozar se alzó majestuosamente retirando la capa de piel de lobo blanco con la que se abrigaba y arrojando fuego por sus fauces dijo: ¿Una hembra osa cruzar esta frontera?

Quizás como mujer no alcance a ocupar los libros de leyendas, pensó,  pero poco me importa sí puedo salvarle la vida a él y de paso beber un poco de esta ambrosía. Accionó la ballesta.