135. Gaza
Muna se sienta en una piedra, su mirada se dirige hacia el horizonte pero sus ojos no quieren ver los agujeros que proclaman la ausencia de los olivos centenarios. Su mirada va más allá del tiempo y se traslada a los tiempos de la cosecha; momentos festivos que rememoraban historia, unidad y solidaridad familiar. Su abuelo y su padre recolectando el fruto, su abuela y su madre recogiendo las aceitunas que se estrellan en el suelo, ella y sus hermanos atendiendo a las órdenes de los mayores, impacientes por probar el jugo de esa variedad romana en una rebanada de pan cocido con la leña de la poda anterior.
Hasta que un día, unos soldados les prohibieron el acceso a su olivar. El “Muro de la separación” les separó de su sustento y de su dignidad. Desde entonces, los olivos que quedaron en pie se transformaron en testigos silenciosos del sufrimiento de la ocupación palestina.
Muna, resiliente, en su “Sumud”, percibe el anclaje a su territorio y ve los olivos como símbolo de arraigo a su patria, memoria viva del pueblo palestino. Atendiendo al significado de su nombre, siente el DESEO de vivir en PAZ en su tierra natal.