126. Un regalo de oro

Maestro Cafelito

 

Hace varios años estuve en Málaga haciendo un curso de español. Una mañana, mi profesor me invitó a desayunar y me recomendó tostadas con aceite de oliva. Al probar aceite, empecé a toser, casi me ahogo; pero pocos días después ya era amigo del aceite, lo pedía siempre. “Oro líquido”, decía mi profesor riendo.

Pasaron pocos días y me invitaron a fiesta. Llevé regalo y cuando lo abrí, todos miraron con caras asombradas. “Oro líquido”, dije. Se rieron a carcajadas. Humor andaluz muy complicado.

“Gracias, Michael, decía el anfitrión, magnifico regalo”. Todos comentaban algo, yo no entendía nada; incluso Paco, mi profesor, se burlaba traduciéndome frases inventadas.

Poco después comprendí; llevar regalo de botella de aceite de oliva, comprada en súper, es como si aquí llevar a un cumpleaños un trozo de beicon o margarina.

He recordado esta historia porque ayer recibí email de mi profesor. Me escribe en español para hacerme trabajar. El español mío es aceptable, pero no entiendo esto:

Michael, el aceite de oliva está por las nubes. Ahora es realmente oro líquido. No me vendría mal un “regalito” de botella de AOVE.

Sé que hay broma, pero no entiendo. Humor andaluz muy difícil.