
116. Comprensión
Anónima
La mula baja cargada con dos capachos de aceitunas la empinada cuesta de los molinos, donde la escarcha del anochecer le hace soñar que ella es el arriero que tira de su cabestro.
Nítidamente, sueña a su familia aguardándole para la cena junto a un leño que arde mortecino en la chimenea. Ve también la silla vacía junto a la mesa. Se hace entonces consciente del frío de la pobreza, de la castración del pensamiento, y del dolor de la muerte.
No se le concede despertar porque su dueño, cansado y sudando alpechín, sueña sin remordimiento con una cuadra caliente y un pesebre lleno de paja.
Sigue nevando sobre el olivar.