02. Tostadas de pan y aceite

Juan Ángel Brage

 

Al morir mi padre, estando reunidos en el salón, mamá nos pidió que escribiéramos, en unos folios, los recuerdos que tuviéramos de él. Nos sorprendió y nos ilusionó. Los cinco preparamos una amplia relación de recuerdos, muy distintos entre sí. La rica personalidad de papá se manifestaba de modo singular en los ratos de tertulia que mantenía con nosotros al regresar del colegio. Llenos de ansiedad queríamos ser los primeros en contarle las incidencias del día, y él, con calma y serenidad, nos iba preparando la merienda al calor de la chimenea: una tostada de pan con aceite y una cucharada de azúcar que lo fijara, mientras, contestaba y preguntaba y consolaba, si era el caso. Extendía el brazo en la dirección precisa para entregar la tostada, y nos mantenía con la boca llena. Aprovechaba entonces para contarnos un cuento con moraleja. Recuerdo cómo nos estimulaba a mirar hacia delante, decía: cuando se alcanza una meta, se alcanza un punto de partida, y eso exige fijar una nueva meta.

En los relatos de los cinco hermanos figuraba descrita, de un modo u otro, esta escena cotidiana. Mamá asumió la función de darnos la merienda, y poco a poco fuimos valorando la riqueza de los relatos con moraleja de papá.

Han pasado los años y las tradiciones permanecen de modo que vivimos en nuestros hogares escenas similares. Además mamá me cuenta que lee con frecuencia la vida de su esposo desde el cariño de sus hijos.