Ada de Goln
Una joven mujer conduce una noche por la carretera comarcal de Castillo de Locubín cuando se encuentra una extraña niña entre los olivares. Va con camisón y un osito de peluche en la mano. Junto al olivar un terraplén, y la niña la alerta con un grito. La mujer podría haber tenido un accidente de no haber visto y escuchado a la niña, por eso la lleva consigo hasta la Hospedería Locubín para poder hacer una llamada de teléfono desde allí, donde una anciana muy extraña le dice que no tienen teléfono y se muestra muy hospitalaria con la pequeña. La hospedería está levemente iluminada por luces rojizas, que van perdiendo intensidad hasta que todo desaparece y la oscuridad más insondable envuelve a la mujer.
Desazonada porque no ve a la niña, la mujer entra en pánico hasta que aparece en su coche con la cabeza pegada en el volante, herida de gravedad. En realidad, ha sufrido un accidente. Su móvil suena, puede pedir ayuda antes de caer inconsciente y verse en una habitación de hospital, donde una enfermera le dice que está embarazada y que su bebé está bien.
Varios años más tarde, la mujer le recuerda a su hija, idéntica a la fantasmal niña de los olivares, que desde el limbo ella misma le salvó la vida.
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